UNA MIRADA PARA QUIEN NO PUEDE VER
“Los discapacitados somos jodidos”, eso me decía mi papá mientras con su bastón le rompía el espejo retrovisor a un auto mal estacionado en una parada de colectivo. Y es que son de un trato particular, ojo, depende quién te toque. Se hacen notar desde el reclamo de un asiento, en atención al público, generalmente con un tono alto. ¿Pero cómo sería nuestro parecer estando desde el otro lugar? Cuando sentís la incomodidad de aquella mirada al subir al colectivo, taxis que pasan de largo por no llevar una silla de ruedas, esquinas sin bajadas, puestos laborales que te excluyen y tantos ejemplos así. Graciela De Luca realizó un interesante documental sobre una pareja de ciegos, su relación con el entorno, viviendo en un mundo con una sociedad que, en parte, decide mirar hacia otro lado.
“Nosotros tenemos que tocar, oler; el hecho de realizar la misma actividad, agudiza los sentidos”. Así se presenta Daniel, padre de familia, hincha de Racing pero jugador, ídolo del fútbol para ciegos del club Huracán. “Vemos las cosas de otra manera, creo que con más profundidad”, dice Natalia mientras cocina. Es representante del equipo nacional de goalball (un deporte creado para ciegos) y pareja de Daniel. La directora realiza una mirada más allá de las problemáticas cotidianas, que consiste en introducirse en un mundo cuyos estímulos se nutren cada vez mediante los ojos, y ahonda en el proceso de aceptación interna y familiar de la gente ciega. Desde la negación a usar el bastón como guía hasta la preponderancia del deporte como factor social.
Si durante siglos el discapacitado era sacrificado por sus “malformaciones”, o más en el tiempo, oculto o dado a tareas para nada gratas, en la actualidad se ha dado un gran avance en sus derechos e inclusión, pero aun así, persiste una postura que ignora. A lo largo de una hora, De Luca profundiza en las preocupaciones laborales, de salud, individual y de pareja, una mirada empática, cercana de aquellos que no pueden ver.