Noche llena de palabras
Una cita nocturna, palabras que van y vienen, temores, miedos, (in)seguridades, atracción, seducción. Otra vez, palabras y palabras.
Y de nuevo, más palabras y una fiesta de por medio, donde Leo va debido a la invitación de Luna y también porque allí cree que podrá seguir la larga charla-levante que conformarán pocos pero interminables minutos de metraje, casi pesadillescos. Pero no, Luna conoce a los anfitriones y habla con ellos, en tanto Leo soporta a la cumpleañera, insufrible ella.
Leo escribe notas, nació en España y lo interpreta Ismael Serrano. Luna cumple horarios en su trabajo y la actriz cordobesa Carla Pandolfile otorga cierta seducción a su esquemático rol. Serrano, en cambio, ni ahí. Hablan del horóscopo, de los equilibrios y desequilibrios cósmicos (claro, se llaman Luna y Leo), de los argentinos y españoles, y de un par de cosas más. De política nada de nada: ella se niega pese a un discurso bienpensante de él. En un momento juegan al pool y toman cerveza hasta que parecen convertirse en una publicidad alusiva. La cámara los sigue, parece que se separan pero deciden ir a la fiesta de la amiga de ella, donde se sigue tomando cerveza y otros tragos. Algún ocasional mareíto, él que intenta dejar el cigarrillo pero no puede, ella tampoco y por eso, a fumar fuera del lugar festivo. Siguen la charla, las preguntas, la palabra dicha de acuerdo a las imposiciones del guión y alguna musiquita de fondo que resulta redundante. Parece que Leo y Luna se separan hasta que deciden reencontrarse. Él le pregunta desde su auto por dónde anda. "En Manso y Lynch", responde ella, ubicada en su respectivo autito. Cool, re-cool. ¿Habrá segunda parte? Ojalá que no.