Una enfermera vuelve a su pueblo, entre las montañas jujeñas, ante la muerte de su madre. Ahí, peleando contra los efectos de la altura, que parecen efectos del regreso, deberá enfrentar el duelo pero también la relación con su hijo Félix, el chico que se ha criado con su abuela. Además, hay un puma suelto, atacando al ganado, y la tradición, que los suyos cumplen y respetan, indica que para mantenerlo a raya hay que subir al monte para realizar una ofrenda, un ritual.
Magalí (Eva Bianco) está más preocupada por volver a su trabajo, arrastrando al niño, que la rechaza. Pero ahí, en el aislamiento del paisaje seco y pedregoso, terminará por encontrar algo que tiene mucho que ver con encontrarse. La opera prima en el largo de Di Bitonto es una película sensible y bella, cuya fotografía saca buen provecho de un lugar increíble (Susques, cuatro mil metros sobre el nivel del mar). Profunda sin solemnidades, atenta a la cadencia secreta, de pocas palabras, de la gente del altiplano, observa las diferencias culturales, y los encuentros, desde un guión inteligente y comprometido. Mientras permite tomar contacto con un universo fascinante que está demasiado ausente en el cine argentino.