El sistema sanitario es uno de los muchos problemas que deben afrontar los pobladores de las regiones más humildes de la Argentina. Faltos de médicos y de enfermeras, esos hombres, mujeres y niños intentarán curar sus dolencias -provenientes casi siempre de la mala alimentación y de sus condiciones infrahumanas de supervivencia- acudiendo a quienes, apoyados por antiguos ritos, harán lo posible por salvar vidas. Julián, un niño de la comunidad indígena Mbya Guaraní de la provincia de Misiones, es un ejemplo de esa desidia de las autoridades.
Cuando finalmente el pequeño es trasladado e internado en un hospital de Buenos Aires, los médicos le diagnostican una severa enfermedad cardíaca que necesita una inmediata cirugía. Sus progenitores, que confían más en el líder espiritual de la comunidad, se niegan a que los "médicos blancos" realicen esa intervención y piden su regreso a la aldea para restablecerlo allí a través de sus antiguas formas curativas.
La directora Ximena González fijó su mirada y su cámara en este episodio en el que los medios de comunicación, los médicos, los funcionarios y los caciques hablan por Julián, que espera una decisión encerrado en una habitación del hospital.
El tiempo pasa, la solución no llega, y Julián y su familia, lejos del monte y completamente solos, continúan su agonía. Con una fotografía por momentos impactante en su deseo de captar cada uno de los gestos de sus protagonistas, Mal del viento se convierte en un llamado a la solidaridad, a la comprensión y al amor que necesita la infancia en sus momentos más dolorosos.