El cine puede sorprender para bien y para mal. Y en este caso en particular sorprende al ver cómo alguien de la talla de Israel Adrian Caetano haya hecho una película tan mala (y no nos estamos refiriendo al título).
Es increíble como el mismo director de Un oso rojo (2002) y Crónica de una fuga (2006) pueda brindar un largometraje que esté a la altura de un alumno que haya reprobado todas sus materias en una universidad de cine.
Si hablamos de los aspectos técnicos no solo hay que detallar que la fotografía deja bastante que desear sino también que los encuadres y los planos están mal hechos, tanto que parece que es así a propósito pero lamentablemente queda claro que esa no fue la intención.
Y en cuento a la historia, si la misma estuviese en clave de película bizarra o cine clase B (o en este caso clase Z) podríamos justificar muchas cosas pero desde un principio el argumento esboza tal solemnidad que es imposible analizarla por el lado del absurdo.
Caetano ha demostrado tanto en cine como en televisión que sabe muy bien mezclar los géneros y sacarle el jugo a cada uno de los ingredientes que estos pueden aportar, pero aquí hizo lo contrario.
Lo que parece ser un thriller psicológico de la mano de un mismo personaje interpretado por varias actrices diferentes no conduce a ningún lado más que a mostrar un pretencioso y pobre guión muy mal actuado por un elenco que tuvo que recurrir a la teatralidad extrema para darle sentido a algo que no lo tenía.
Y en ese interin de tratar de demostrar habilidades es cuando las actrices quedan muy mal paradas.
Salvo por Florencia Raggi que logra salir con dignidad de esta producción, la labor de Liz Solari, Brenda Gandini, Ana Calentano, María Dupláa y Rafael Ferro es verdaderamente paupérrimo.
Mención aparte merece Juana Viale a quien no se le cree ni cuando dice “hola”.
Volviendo a la trama, muchos aducirán un elemento sobrenatural que no es tal e incluso hablarán de que el director se quiso meter con temáticas de esquizofrenia y bipolaridad pero no fue el caso y cuando esas pequeñas dudas son aclaradas no queda otra respuesta más que la realidad: una grave inconsistencia en la historia.
Mala es una seguidilla de fotogramas mal logrados que intentan ser una película pero cuyo resultado es una de los peores largometrajes que ha brindado el cine nacional en los últimos años y que venga de parte de alguien como Caetano es muy llamativo.
Esperemos que su próximo film esté a la altura del talento que ha demostrado en el pasado.