Aulas peligrosas
Malas enseñanzas puede ser vista con una comedia ordinaria: sí, hay chistes sobre pedos, eyaculaciones, erecciones y demás. También, algunos querrán reducirla a simple lección de vida moralista en la modificación de los intereses del personaje de Cameron Díaz sobre el final. Malas enseñanzas, de Jake Kasdan (director de Zero effect, Orange county, Walk hard: the Dewey Cox story y sí, alguien definitivamente a seguir), es una comedia que se hace cargo de todo eso, y también de su enmarcado en el subgénero de docente-especial-estimula-a-sus-alumnos-desganados, para construir una muy graciosa fábula sobre cómo alguien encuentra la felicidad a partir de poner en práctica la sinceridad como motor principal de su vida. Díaz interpreta a una maestra (mentirosa, irreverente, impresentable, mala profesional) que, luego de ser abandonada por un tipo que descubre que sólo estaba con él por su fortuna, pone como único objetivo en su vida juntar dinero (incluso robándole a sus alumnos), ponerse tetas más grandes y conseguir a ese tipo que le garantice un muy buen futuro económico. Obviamente con semejante premisa, la protagonista encontrará su merecido: pero contra todo lo que se puede pensar, el mismo llegará por los caminos menos esperados.
Si bien en apariencia Malas enseñanzas parece una comedia rutinaria, es mucho más compleja y hay varias aristas desde donde analizarla. Sí hay chistes ordinarios, pero eso no la hace una comedia ordinaria. Al igual que la edición videoclipera, la escatología en el cine goza de muy mala prensa: un chiste es siempre un chiste. Lo que importa es su tiempo, su oportunismo y su utilidad dentro de la escena. Malas enseñanzas, al igual que la notable Te quiero, hermano, tiene un gran chiste que involucra una flatulencia. Hay dos personajes charlando en un baño, una mujer y un hombre y un tercero que permanece oculto. Cuando la mujer se va, el tercero suelta un sonoro pedo, de esos contenidos y que generan alivio tras haber estado atrapados más de la cuenta. Es un chiste que involucra un pedo, sí, pero habla de cuestiones sociales, de normas de respeto no escritas pero cumplidas a rajatabla y de cómo en esta sociedad un poco reprimida, uno no es dueño de soltarse un pedo ni siquiera dentro de un baño. Si hablamos de que se trata del baño de una escuela, de que el tercero es un alumno y la mujer una docente, la situación se torna más compleja aún.
Si bien tenemos una docente y alumnos, la película sólo utiliza el subgénero escolar en apariencia y decididamente lo sabotea: la maestra les muestra películas sobre docentes como Mentes peligrosas a sus alumnos como única actividad escolar. Al igual que Escuela de rock, es una comedia que se reconstruye sobre el subgénero, aunque a Kasdan parece interesarle mucho menos cumplir con algunos clichés que a Richard Linklater. El contacto entre la maestra y sus alumnos es casi escaso en el film, y hasta daría la impresión de que a la mujer le generan un poco de desprecio los chicos. Lo que hace Malas enseñanzas es mostrar a la maestra como una profesional y no tanto como esa persona que nos encausa en la vida. En esta comedia lo que vemos son personas cumpliendo roles laborales, incluso los conflictos entre ellos se dan por sus diferencias en las formas en que desarrollan la actividad.
Tras embaucar a todo el mundo, la Elizabeth de Díaz descubre que al final sus tetas no estaban mal. Es un final moderadamente aleccionador. Y digo moderadamente, porque como en el cine de suspenso, esas tetas no fueron más que un McGuffin, algo sobre lo que giró todo el sustrato de Malas enseñanzas, pero que no era lo importante. Elizabeth no se operó las tetas no porque fuera algo malo, sino porque descubrió que podía encontrar la felicidad por otra parte. La inteligencia de la película radica en que esa felicidad de la docente no es la felicidad de todos: su aprendizaje es algo que sólo roza a ella y a quien finalmente se queda con ella. Seguramente el mundo que los rodea siga igual de imbécil: con sus docentes que tratan a los niños como tarados y sus directivos que son la cima de la burocracia y la institucionalidad inoperante. Malas enseñanzas también dice algo sobre la educación, la entendida como institución y la otra, la que deja algunos aprendizajes para la vida. Lo fundamental es la sinceridad, especialmente hacia uno mismo: porque las cirugías estéticas no dejan de ser, bajo el prisma de Kasdan, una forma de mentira. Lo único parecido a una enseñanza dentro del film, es aquello que le dice Elizabeth a su alumno sensible, el que está enamorado de la niña bonita y creída del aula: que chicas como ellas nunca eligen a chicos como él. Que seguramente su vida sea un mal trago hasta la Universidad. La película confirma que la educación es la transmisión de valores para que los decodifiquen los otros. No va y le dice a la rubia que es una tarada, sino que la deja ser a su manera, porque entiende que de alguna forma ella es consciente de lo que es.
Malas enseñanzas es inteligente, humana y también escatológica, y brutal, y atrevida, y políticamente incorrecta. Y, fundamentalmente, es comedia, de las muy buenas. Es una comedia que encuentra el personaje perfecto para la luminosa Cameron Díaz, ese que resume seducción y a la vez provocación, y que permite a partir de su propia estrella que esta película pueda estrenarse en destinos como la Argentina, un país al que habitualmente las mejores comedias llegan directo al DVD, cuando llegan. Y nos permite ese lujo de ver en la pantalla al gran Jason Segel, que con su profesor de gimnasia se guarda las mejores líneas de diálogo del film y que construye a un personaje inolvidable. Su Russell Gettis tiene en la mirada (y hay que ver cómo Segel actúa con los ojos para darse cuenta su fabulosa composición) la claridad del tipo que fue y vino, y sabe cómo son las cosas, cuya mirada burlona no es cinismo sino aceptación de las reglas del juego y, por qué no, algo de resignación expectante. Excelente en ese sentido es aquella escena en la que Díaz casi que se le regale en el pasillo de un hotel y el tipo la deja pasar, a sabiendas de que el destino le dará su oportunidad. Como toda notable comedia, Malas enseñanzas está llena de comediantes brillantes: a Díaz y Segel se suman Phyllis Smith, John Michael Higgins y la británica Lucy Punch. Si algo más podemos rescatar es que las enseñanzas de vida aquí van acompañadas de un humor salvaje: Malas enseñanzas no será, por lo pronto, la próxima La sociedad de