Un pentágono amoroso
El aleteo de una mariposa divide dos historias que suceden en el mismo lugar y con mismos protagonistas.
Mariposa aborda una temática de por sí atractiva -los primeros amores y el despertar sexual- mediante una estructura narrativa magnética: la de los mundos paralelos. El aleteo de una mariposa divide, de entrada, dos historias que suceden en el mismo lugar y con los mismos protagonistas: en una realidad, Romina (Ailín Salas) y Germán (Javier De Pietro) son dos hermanos adoptivos que sienten una atracción mutua a pesar de estar en pareja con terceros; en la otra realidad la situación es parecida, pero hay algunas variantes (la mayor es que ellos no tienen parentesco, sino que se conocen por casualidad).
Esta forma de contar obliga al espectador a estar muy atento, sobre todo al principio. Las dos historias están intercaladas con gran pericia y los saltos son imperceptibles; el cambio de aspecto de los protagonistas es lo que permite diferenciar a una de la otra. La teoría que parece subyacer es el fatalismo: lo que está destinado a ocurrir, ocurrirá de cualquier modo. Pero el acento no está puesto en la especulación filosófica-temporal, sino en la tensión sexual entre los personajes.
Marco Berger ya ha demostrado en anteriores películas (Plan B, Ausente, Hawaii) tener una sensibilidad especial para contar con sutileza juegos de seducción, la "onda" y el rechazo. Aquí vuelve a desplegar esa habilidad para darle vuelo a este pentágono amoroso pueblerino entre adolescentes. Y, más allá de que quizá la historia se extiende demasiado y no tiene un final acorde a su desarrollo, Berger consigue sumergirnos en un excitante e inocente mundo.