“El aislamiento debe ser la peor tortura que sufre el ser humano”, dice Elida Baldomir, protagonista de este documental uruguayo, dirigido por Laura Linares, que se estrena en el cine Gaumont. Ex presa política y guerrillera tupamara, es hoy una mujer mayor que casi no sale de su pequeño departamento montevideano. De un encierro a otro.
Se la escucha comentar sobre la tortura del aislamiento y sus palabras suenan distorsionadas por el sentido de la época, pospandemia. Pero ella está hablando de otra cosa. De la camita al living, con su gata como compañía, la mujer se deja registrar por la cámara intrusa, si bien discreta, de la directora. Marquetalia es por cierto un registro breve, como una mini crónica de ese otro encierro, en un presente que se mira pasar por la ventana.
Entre la silla ortopédica, los remedios, la gata y la vejez, de la que habla sin tapujos, Elida dice que la soledad y el encierro son cosas distintas. “La cárcel la llevo adentro, se me quedó adentro”, dice también. Y agrega: “Si volvieran los sesenta, volvería a elegir la lucha armada. No se me ocurre otra cosa capaz de derrocar al poder”.
En sus días de presa, bajo la mirada de “las milicas”, usaban un pronombre masculino: nosotros. Es que esa mujer en su habitáculo desordenado condujo una columna militar integrada por hombres, pasó quince años “en cana” y su cuerpo averiado es resultado de las secuelas de la tortura.
Es interesante pensar en el trabajo conjunto, de la protagonista y la realizadora, para hacer de ese espacio de intimidad el escenario, un poco claustrofóbico, para un relato. La valentía de dejarse retratar en esa vulnerabilidad no debiera sorprender, tratándose de quien se trata.
Pero como suele pasar con los buenos documentales, Marquetalia capta algo más allá de su premisa. “Vos estás en una depresión machaza”, le dice a Elida otra mujer, más joven y enérgica, haciendo visible ese mal invisible, ese gris de novela de Levrero, que quita las ganas de levantarse de la cama.