Estamos ante uno de los mejores ejercicios de cine estrenados en 2019, acreedor de múltiples galardones en festivales a nivel mundial, adaptado de una creación del escritor estadounidense Jack London, maestro en la narrativa de novelas y cuentos. Para el autor de “El Llamado Salvaje”, Martin Eden es un antihéroe, víctima de su individualismo. En plena pérdida del contacto con el entorno circundante, se ausenta su capacidad de referencia sobre toda realidad. Esta es la historia de un joven trabajador, working class hero de pura cepa, quien llevado por el amor descubierto se cultiva hasta convertirse en un intelectual. No obstante, siendo incauta víctima de la industria cultural que fomenta la literatura de masas del comienzo de siglo en América. La parábola de vida se construye, visualmente, de modo atractivo, recurriendo a distintas fuentes de imágenes y texturas. Una decisión estética que no se priva de ciertos anacronismos, insuficientes como para de estropear una visión cinemática portentosa. El film expande sentidos, mientras su mirada popular convive con el cine experimental por el que aboga su autor. Entre referencias estilísticas y conceptuales, se filtra la tradición y el aroma a la mejor escuela italiana clásica. Finalmente, una poderosa adaptación, poéticamente ecléctica, surca los senderos de la epístola hasta llegar al video arte; del cine romántico vira hacia el drama de época. Tintes autorreferenciales de la vida del propio London se filtran, indefectiblemente. Filosofía y política las circunstancias relatadas transforman a nuestro personaje, convirtiéndolo en un escritor de éxito. La negación de un mito supone un desmoronamiento monumental.