Matadero” de Santiago Fillol. Crítica.
Matias Frega Hace 4 semanas 0 110
Dentro del marco del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, hoy se estrena en la sección “Nuevas Autoras – Nuevos Autores”, el film “Matadero” dirigido por Santiago Fillol, co-producción entre Argentina, España y Francia, protagonizado por Julio Perillán, Malena Villa, Ailín Salas, Rafael Federman y Lina Gorbaneva, entre otros.
A lo largo de la historia hubo varios ejemplos de films prohibidos por diferentes circunstancias, algunos por su extrema violencia, otros por presentar contenidos demasiado crudos o por cuestiones de índole religiosa, incluso, muchas veces varios de ellos quedaron inéditos. “Matadero” toma esta idea y la transforma en un thriller emocionante. Una película dentro de otra película que juega con el misterio y algunos toques de terror.
La historia comienza en la actualidad, un cine de Argentina se dispone a estrenar un film rodado en los años ’70 que producto de varios hechos oscuros nunca logró llegar a las salas. El director llamado Jared Reed, proveniente de los Estados Unidos, llega al día de la proyección en medio de protestas fuera de la sala. Antes de salir a escena, la narración transporta la historia específicamente al año 1974, a una Argentina aún en democracia que comienza a ser testigo de algunas persecuciones políticas. En esta coyuntura histórica, Jared comienza a filmar su proyecto, una adaptación ambiciosa del cuento “El Matadero” de Esteban Echeverría, pero su forma de trabajar y sus altos costos de producción lo llevan a tener que seguir de forma independiente, para ello se suman a su equipo una estudiante de cine fascinada con el trabajo del director y algunos amigos de ella que son actores de teatro y fervientes militantes de izquierda. Como es de esperarse, debido al duro carácter del director comienzan a surgir varios problemas durante el rodaje como así también rispideces con el elenco.
“Matadero” está narrada de forma lenta, llevando paso a paso la historia hasta zonas cada vez más tenebrosas. La utilización de silencios, tomas en lugares deshabitados, oscuridad y situaciones extremas, hacen que este plagada de una tensión constante que logra atrapar al espectador y sobre todo confundirlo. En este sentido se destacan tres aspectos técnicos, por un lado, el montaje a cargo de Cristóbal Fernández dotando a film con un ritmo lento casi hipnótico. Por otro lado, las hermosas tomas de Mauro Herce, director de fotografía y, por último, la banda sonora, realizada también por Cristóbal Fernández junto a Gerard Gil, que se encarga de crear ambientes muchas veces escalofriantes. Un film diferente, que se destaca por su potencia y originalidad y que, por supuesto, no pasará desapercibido.