Retrato de un asesino
Andrew Dominik (director de las más que interesantes Chopper: retrato de un asesino y El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford) construye un film de gángsters crudo, seco y potente con un fuerte trasfondo sociopolítico y económico que no se sustenta tanto en las escenas de acción (tan escasas como sangrientas) sino en los diálogos, que remiten en su escritura al cine del Quentin Tarantino de Perros de la calle, de los hermanos Coen y al Buenos muchachos scorseseano.
Brad Pitt, si bien es el eje y motor del relato en el papel de un lacónico sicario contratado por un grupo de mafiosos deseosos de revancha luego de que haber sido robados por dos ladrones de mala muerte durante una partida de póker, comparte bastante espacio con otros actores como James Gandolfini, Ray Liotta, Richard Jenkins, Scoot McNairy y Ben Mendelsohn (estos dos últimos, los verdaderos protagonistas de este film-noir).
Esta transposición de la novela Cogan's Trade (1974), de George V. Higgins, a cargo del propio Dominik, está ambientada en Los Angeles durante los meses previos a la primera asunción de Obama (es decir, en plena crisis financiera) y, si bien se concentra en los problemas que tiene Jackie Cogan (Pitt) para encontrar a los dos responsables del asalto a un tugurio donde los mafiosos apostaban a las cartas, la sordidez del ambiente y la degradación económica están siempre presentes en la atmósfera del relato.
Estilizada y por momentos con una estética exagerada cercana al cómic, Mátalos suavemente es, sin dudas, una buena película sobre la culpa, la compasión y la crisis del capitalismo, pero también deja la sensación de que con un poco más de corazón y menos de virtuosismo formal podría haber sido todavía mejor.