Original cine negro con ecos de Lumet
El tema es el cambio de guardia en los usos y costumbres de la mafia en el siglo XXI, justo en sincronía con las elecciones en las que Obama y los demócratas dieron fin al periodo de Bush y los republicanos.
En un papel breve pero formidable, Sam Shepard interpreta al jefe a cargo de aplicar la mano dura a cualquier indisciplina o fraude de los miembros del negocio. El es el, digamos, gerente de seguridad que sabe qué hacer con cualquier problema interno, como cuando todos sospechan que un simpático y queridísimo mafioso sureño simula un asalto al garito clandestino que regentea. En ese caso, una paliza estándar sirve para que el negocio se vuelva a poner en marcha, incluso cuando pasado un tiempo el tipo empezó a jactarse de su hazaña ante su círculo íntimo, obviamente tan indiscreto como él.
Con eso en mente, un oscuro hampón cree tener el golpe perfecto: un segundo robo al mismo garito recaería inmediatamente en el tipo que la sacó tan barata la otra vez. El golpe se organiza con dos descerebrados, y se lleva a cabo del modo más electrizante, tenso e imprevisible en el largo prólogo de «Mátalos suavemente», original policial negro que más allá de sus constantes cambios de tono podría definirse como un equivalente actual de los policiales setentistas de Sidney Lumet que, sin descuidar los engranajes del género, enfatizaban a tope ingredientes como la irónica descripción social y la corrosiva sátira política.
Brad Pitt interpreta al inteligente y quizá sinceramente más sensible homicida que debe asumir el puesto del tradicional encargado de la discplina interna del negocio, con serios problemas de salud.
Todo en un submundo del hampa donde ya no quedan profesionales, sino mas bien maduros decadentes e inexpertos amateurs bajo el control de mentes corporativas con ejecutivos que encargan homicidios pero no quieren que les fumen en el auto.