Mátalos suavemente es una de las películas más tediosas de este 2012 que consiguió el mérito de lograr algo difícil de ver en el cine: Una historia aburrida de gángsters.
Esta producción es un gran paradigma de lo que representa el cine pretencioso y pseudo intelectual y en realidad es una propuesta mucho más hueca y vacía de contenido de lo que parece.
El director Andrew Dominick, quien ya había sido responsable de ese bodrio titulado El asesinato de Jesse James, acá se superó a sí mismo al crear otro espectáculo soporífero de 100 minutos.
La trama es muy sencilla y está basada en la novela “Cogan´s Trade”, de George Higgins, autor también de “Los amigos de Eddie Cole” (una propuesta completamente superior), que es una de las mejores novelas que se escribieron sobre el mundo de la Mafia.
Ese libro fue adaptado en una tremenda película de 1973 protagonizada por Robert Mitchum, con dirección de Peter Yates (Bullit), que recomiendo conseguir a quienes sean amantes de este género y no la hayan visto.
Un ejemplo contundente de cómo se debe filmar un thriller de gángsters en serio que atrape a los espectadores con un gran relato.
Con este estreno quisieron hacer algo parecido pero la vanidad del director Dominick fue más fuerte y arruinó el proyecto. Comparada con la adaptación que se hizo de una obra de Higgins en el ´73 este estreno no existe.
En este caso unos idiotas roban a unos mafiosos la recaudación de unas mesas clandestinas de póker y se produce un ajuste de cuentas.
El director Dominick utiliza este argumento para intentar retratar el mundo del crimen organizado como una corporación capitalista.
La idea no es mala, ya que de hecho en la vida real los grupos mafiosos operan bastante de esa manera.
El problema es cómo desarrolló este tema desde la narración.
Mátalos suavemente está plagada de conversaciones intrascendentes que intentan replicar las charlas de John Travolta y Samuel Jackson en Tiempos Violentos, con la particularidad que acá ni siquiera sirven para darle color o desarrollo a los personajes.
Tomemos el caso del mafioso que interpreta James Gandolfini (Los Sopranos) por ejemplo.
Interviene dos veces en la película para tener largas conversaciones con Brad Pitt sobre el divorcio con su esposa y su relación con las prostitutas.
¿Cuál es el objetivo de profundizar esas cuestiones cuando el personaje luego desaparece del film y ni siquiera es importante en el conflicto central?
Si se eliminaran esos momentos en la edición la historia no cambia en absoluto.
Escenas como esas, que no tienen nada que ver con el núcleo de la trama y ni siquiera con la lectura social y política que el director le quiere dar a la temática, saturan por completo en esta producción y lo único que generan es un gran aburrimiento.
Para que quede bien claro.
El problema no es que el film tenga muchas conversaciones, sino que esas charlas son estúpidas e intrascendentes y no aportan nada al argumento.
Los mismo ocurre con las escenas de violencia gratuita (que incluyen un patético uso de sangre creada con animación computada) que sirven al film simplemente para justificar que esto se trataba de una historia de gángsters.
Por otra parte, el comentario social y político que tiene la película está totalmente tirado de los pelos y tampoco cuenta con mucho sostén. Parecería que el interés de los realizadores estaba más puesto en expresar una queja sobre como marcha la economía en Estados Unidos que en contar una buena historia.
Mátalos suavemente, que parece representar el “que se vayan todos” yankee, en el fondo es puro cotillón.
Ponete a ver cualquier episodio de Los Sopranos o Boardwalk Empire y vas a encontrar una verdadera cátedra argumental sobre cómo contar historias apasionantes de mafiosos con contenido.
La película tiene apenas dos escenas decentes. El robo que se produce al salón de las mesas de póker, que es el único momento con un poco de tensión y la ejecución de un personaje filmada en cámara lenta que está muy bien realizada.
El resto es un bodrio para el olvido donde queda claro que el mundo de los mafiosos le quedó grande a este director pretencioso que no tuvo la más remota idea de cómo desarrollar un thriller en serio.