Hay un problema básico con este film del interesante realizador australiano Andrew Dominik. Consiste en creer que se es autor por inventar tomas para registrar ciertos hechos, incluso cuando tales tomas o movimientos de cámara no son necesarios. Si su film anterior –“El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford”– funcionaba bien (aunque era demasiado largo), era porque complementaba el espíritu silvestre de sus protagonistas con una naturaleza igualmente salvaje. “Salvaje” es un poco la clave (también aparecía esa característica en su opera prima “Chopper”) y en esta “Mátalos…” intenta contar, por un lado, cómo un grupo de gánsters busca matar a dos chorritos que les roban en un juego de póker (el asalto es convenientemente violento), perseguidos por el asesino profesional que interpreta Brad Pitt, a la manera de hilo conductor del relato.
Pero también mostrar cuán decadente es la América contemporánea, especialmente en los meses álgidos de la crisis de las sub-prime, contexto del cuento. Combinar ambas cosas es difícil y en algún momento al espectador le importa poco el relato en sí y se concentra en pequeñas secuencias, en inventos estilísticos, en golpes de efecto. No cabe duda de que Dominik maneja el aparato cinematográfico con soltura y desprejuicio, el problema es que eso –así como los diálogos sarcásticos, abundantes en el film– no termina de cuajar. Hay algo interesante en este director, siempre al borde de una gran película que no llega a concretar