Julián dice que es un hombre muerto y ha decidido suicidarse. Antes decide dejar a su novia Lucia (Emilia Attias), renuncia a su trabajo, busca en Internet comprar un arma y hasta se da el lujo de hablar con un sacerdote (Juan Leyrado) para comprobar si Dios existe o no.
Lo cierto es que a Videla se lo puede ver a través de viejas imágenes y curiosas tomas de archivo en donde Sábato y Borges comparten con el ex-dictador una reunión.
Lo demás es toda una historia que no es creíble. En primer lugar el supuesto asesino de Videla no vivió esa época y se deja llevar por lo que escuchó.
En otro orden de cosas la aparición sobre el final de Estela de Carlotto no aporta nada a algo que ha perdido el rumbo desde los primeros 5 minutos. Los actores hacen lo que pueden y es por culpa de un guión inconsistente y ambicioso.