¿Hasta dónde puede llegar el fanatismo por ver en pantalla grande a una actriz que amamos? Peppermint (2018) hace pensar en esto incluso en una época donde Internet facilita mucho la disponibilidad de un film, sin obligar a la compra de una entrada para verlo.
Cinco años después de los asesinatos de su esposo e hija, Riley North (Jennifer Garner) emprende la venganza, no solo de quienes llevaron a cabo el acto; también de quienes permitieron el escape de aquellos.
Si algo busca la visión de Pierre Morel es no ensalzar demasiado el compromiso social de esta justiciera. La película tarda en descubrir su rol defensor y, cuando lo hace, es por un tiempo breve y sin insistir en su bondad. En este sentido, Garner tampoco enternece con su presencia. La firmeza que muestra nos recuerda su actuación en la serie Alias (2001-2006), aunque en esta ocasión no tiene oportunidad de brindarle matices al personaje. La edición se empeña en retratar, de manera inverosímil, a una mujer invencible que ejecuta un plan sin fallas.
Quienes hayan visto telenovelas venezolanas y colombianas se llevarán una divertida sorpresa y probablemente no quieran seguir leyendo este párrafo. El villano todopoderoso es interpretado por Juan Pablo Raba, galán frecuente en los culebrones de esos países. Acá es un mafioso mexicano que ordena el asesinato de la familia de North. Si bien su villanía es un lugar común hasta el punto de lo risible, resulta una de esas curiosidades ambiguas que mantiene el interés por seguir viendo la película para confirmar que se trata del actor que sospechamos.
Los efectos reiterativos en la imagen y la pobre calidad de esta hacen del visionado una experiencia para tomar con poca seriedad. El impacto que buscan los típicos movimientos agitados de cámara ya ha sido probado antes, y sin éxito. A ello se suman situaciones incongruentes en el guión, como la actitud de la futura heroína cuando dan a conocer el veredicto del juicio o la impericia posterior de los matones para detener su fuerza vengadora. Si todo esto no lleva a la risa, mínimo genera bastante incredulidad.
Al final no hay mucho que redima la película fuera de factores ajenos. El fanatismo por la presencia de Garner puede hacer la experiencia soportable; y es posible ver las referencias a otras vengadoras, por ejemplo, Jodie Foster en The Brave One (2007). Pero esto no nubla la certeza de que estamos ante circunstancias pobremente sustentadas, donde la vengadora y los villanos son indetenibles incluso para la policía y el FBI.