Esta película ya la vi, es la primera idea que se cruza en los “segundos” minutos de empezar a verla, aunque esto no sea una verdad revelada. La idea se desprende desde el texto mismo, es una historia ya contada, pero en que su personaje encarnando al héroe es un hombre.
La primera escena, esos primeros minutos, hasta daban para ilusionarse. Una noche oscura, un estacionamiento vacío, sólo un auto que, por los movimientos que produce mientras la cámara va acercándose muy despacio, da la sensación de que vamos a ser testigos de una escena de sexo salvaje, histórica. Pero no. Salvaje, sí, Riley North (Jennifer Garner) está dando todo tipo de golpes a un supuesto malviviente, uno de los culpables de su tragedia, le da para que tenga guarda y no reparta, porque lo mata.
Y ahí terminan todas las sorpresas del filme, se les acabo la (casi) originalidad.
Luego el filme retrocede 5 años para establecer al personaje y su trágica historia, esa que la devengara en la versión femenina de “El vengador anónimo” (1974). Pero esto no sucede pues copian de buen origen, pero lo hacen mal, insertándole parte de otras historias de venganza personal o justicia por mano propia, como más le guste.
Su marido y su hija son asesinados casi por error, una vez capturados, el juicio que se le sigue a los responsables es una gran farsa, ella estalla. Es sabido.
No hay nada más peligroso que la venganza de una mujer despechada.
Entonces, a partir de ahí, tenemos el derrotero de la mujer que se transforma en la versión hermosa de Paul Kersey, el personaje interpretado hace más de 40 años por Charles Bronson. Todo para que sea creíble esa búsqueda frenética de algún tipo de justicia, aunque eso suponga cometer todo tipo de delitos.
Pero eso no es el mayor problema, es más, casi la actuación de Jennifer Garner es más que promisoria, pero no puede sostener sobre sus espaldas tanto desajuste y clichés mezclados, casi sin ser meditados, que están a la mano, funcionaron alguna vez, los pongo.
Así aparecen todos los personajes que tienen que aparecer de la manera más exacerbada posible: el traidor, la rata, el malo, muy malo, el jefe oculto del malo, muy malo, los secuaces de ambos que son más malos que los malos. o eso aparentan, y las escenas de acción bien filmadas.
Otras que dan un respiro a tanta vorágine, ella es capaz de hacerse cargo de un ejército de sicarios, claro que estos se ponen en fila esperando su turno para ser castigados por Riley (sí, el mismo nombre que la adorable nena de “Intensamente” 2015).
La música que establece lo que el espectador debe sentir en cada momento, o está puesta en esa función de manera disfuncional. Podríamos abstraernos y dejarnos llevar, entonces hasta podría ser entretenido el ir corroborando que acertamos cuando nos anticipamos a cada escena, sin tener el catálogo de lugares comunes en nuestras manos.
Pero esto es posterior a la última toma del desenlace, durante la proyección sólo deseamos que aparezca la palabra fin, pero en este caso, en realidad, surge continuará, claro que eso dependerá de la recaudación en boletería de los cines.