La vengadora fallida
Mala hora para ser heroína del cine de acción, aún en tiempos de poder femenino e igualdad de derechos, porque a la falta de novedad en la historia de Matar o morir (Peppermint, 2018), una puesta al día de las sagas Sin control (John Wick, 2014) o Búsqueda implacable (Taken, 2008) en versión girl power, se le suma el poco carisma y el escaso nivel interpretativo de su protagonista. En cada bala que dispara se disipa un proyecto que no termina de cuajar por ningún lado y que tampoco está a la altura de las expectativas generadas.
La historia de Matar o morir es simple: una mujer (Jennifer Garner) trabajadora, luchadora, ve como su vida cambia de un instante para otro al presenciar el asesinato a sangre fría de su hija y marido. El hecho sucede comiendo helado en un parque de diversiones, más cliché no se le puede pedir.
Al tiempo de volver en sí, la huérfana protagonista, será testigo de algo aún peor que la muerte de sus seres queridos: la justicia le dará vuelta la cara a la hora de dictaminar el castigo a los asesinos que ella identificó.
Así, Matar o morir, para justificar su sinsentido, intenta emular todas las fórmulas de vengadores que en la búsqueda de la restauración del estado inicial del relato no hacen otra cosa que bucear en películas de Charles Bronson, Clint Eastwood y otros, para narrar la desesperada necesidad de justicia por mano propia.
A diferencia de aquellas películas protagonizadas por hombres, aquí se quiere imponer a una heroína de acción, como ya anteriormente se hizo con Geena Davis, Kim Basinger, y otras figuras que alimenten un relato acorde a los tiempos que corren, pero que en su afán de presentarse como distintas (Jennifer Garner elevada a la categoría de “santa” asesina que lucha por su reivindicación), termina por eludir cuestiones básicas asociadas a una progresión narrativa que se prolonga en el tiempo sin ninguna sorpresa para el espectador.
A la falta de resolución y dinamismo, se le suman cuestiones básicas de representación y estereotipos del guion pasados de moda, como esos malos ricos que polarizan todo, los pobres honestos, aquellos latinos asesinos, carteles de narcotráfico, gente que se expone a la mala vida por necesidad, que además abusan de exceso de didactismo hacia el espectador conocedor del género.
A los pocos minutos de iniciado el relato ya sabemos todo lo que acontecerá, y si esto sucede es porque no hay interés por buscar alternativas para este tipo de films que si bien exigen determinadas cuestiones para su puesta al día, sólo en el número de presas que la protagonista debe liquidar residen sus premisas narrativas.
Matar o morir peca de soberbia cuando busca sorprender con escenas de acción coreografiadas, pero no logra mantener, ni siquiera con alguna dosis de humor, construir su proyecto. Además, confrontándolo con el escaso carisma de Jennifer Garner, quien ni aún en aquellas escenas que causan más risa que otra cosa se logra imponer como esa vengadora que tiene que ser.