Mater

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Hace diez años que se estrenaba en París “El viento en un violín”, revolucionaria obra de Claudio Tolcachir, con el mismo elenco que ahora protagoniza “Mater” (2017) de Pablo D’Alo Abba, una propuesta diferente en la actual producción cinematográfica. Si hace unas semanas algunos medios celebraban la llegada de “Desearás al hombre de tu hermana” (2017), de Diego Kaplan, por su desestructurada propuesta y desfachatez, en esta oportunidad tendrán que festejar que la maternidad, la sexualidad, el amor, se piensen desde un lugar diferente.
“Mater” es la historia de un hombre, y también de dos mujeres, con un deseo tan fuerte de ser madres que no ven que aquello que están por hacer es incorrecto.
D’Alo Abba presenta y no juzga, propone y no indaga, se dedica a llevar a la pantalla grande aspectos que en la obra no estaban planteados, como el origen y pertenencia social de cada uno de los personajes, y juega con ellos. Si bien en “El viento…” se podía inferir que la diferencia de clases era notoria, en esta oportunidad, los espacios son también aquellos encargados de construir aspectos no dichos de la trama.
El juego de seducción propuesto por las dos mujeres para engañar al hombre, además, acá se potencia por la casa en la que sucede todo.
Espacio más no juzgamiento van impulsando la dinámica narrativa, con algunos planos secuencia que diluyen la teatralidad del relato, buscando otras maneras expresivas, en este caso plásticas, de la propia raíz cinematográfica, que terminan configurando una experiencia diferente a la teatral.
El tono con el que todos actúan también es clave, si bien la mayoría de los intérpretes provienen del teatro, en “Mater” no actúan como tales, buscan un tono diferente al que venían plasmando en el mítico Timbre 4 la obra, claro logro del director. Tal vez esa es una de las principales virtudes de “Mater” el producir un texto diferente al de la obra, apelando y utilizando todas las posibilidades expresivas del cine para enfatizar o subrayar cuestiones claves e intentando, con naturalismo, seguir adelante con la propuesta.
El elenco, encabezado por Lautaro Peroti y Miriam Odorico, busca revisitar sus roles con una nueva frescura, algo que se nota también en Tamara Kiper e Inda Lavalle, quienes componen a Lena y Celeste con una notable naturalidad. “Mater” presenta los hechos, no juzga, y cuando se comienza a enredar todo, es cuando más ese alejamiento de preconceptos y prejuicios comienza a funcionar.
La base autoral de Tolcachir dice presente en cada escena, pero se percibe, además, una nueva sensibilidad a la hora de hablar sobre temas tabú como la violación.
En este punto una vez más se destaca la elección del director de dejar librado al espectador la posibilidad de revisar los hechos y de tomar partido por una parte o por la otra y de exigirles a los personajes resoluciones.
Algunos aspectos técnicos y la linealidad del relato, le juegan en contra al total de la obra, un cuento sobre el amor en los tiempos que corren que nada tiene que envidiarle a propuestas que vienen de afuera con una supuesta libertad y mentalidad diferente.