El canibalismo es el futuro Los amantes del terror últimamente venimos disfrutando de un conjunto de propuestas muy interesantes que cortaron la racha de los lugares comunes del género en cada una de sus respectivas ramas, con ejemplos -que recorren un espectro de lo más amplio- como The Autopsy of Jane Doe (2016), Pet (2016), The Monster (2016) y SiREN (2016). Ahora bien, sin duda la obra maestra del lote es Melanie: Apocalipsis Zombi (The Girl with All the Gifts, 2016), una sorpresa que se ubica en la misma categoría de la extraordinaria Invasión Zombie (Busanhaeng, 2016), el genial film surcoreano que pateó el tablero en cuanto a la vehemencia y profundidad del catálogo de los opus sobre “muertos vivientes” y semejantes. Con esta joya británica ocurre exactamente lo mismo aunque vale aclarar que todo el asunto está más volcado hacia la gloriosa desolación naturalista de Exterminio (28 Days Later, 2002) y su secuela del 2007. Ya desde su apertura la película apabulla con un retrato explosivo de la dialéctica militar: con un trip hop disonante e in crescendo de fondo, Melanie (Sennia Nanua), una nena encerrada en una celda, se viste con su uniforme de color naranja y se ata a una silla de ruedas apenas se encienden las luces. Luego dos soldados entran al cuarto con fusiles, ella los saluda amablemente y ambos sujetan las correas de cabeza, manos y pies. Junto a otros chicos, es llevada a un emplazamiento símil aula -con los espacios de las sillas asignados en el piso cual pupitres- y finalmente llega la docente, la Dra. Selkirk (Anamaria Marinca), una mujer que les hace repasar la tabla periódica de los elementos hasta que es reemplazada por la Srta. Helen Justineau (Gemma Arterton), una profesora más inclinada a relatarles a los niños episodios de la mitología griega como el centrado en la célebre Caja de Pandora. Rápidamente descubrimos el contexto en el que se desenvuelve el guión de Mike Carey, a partir de su propia novela: en un futuro no muy lejano una infección micótica cerebral ha convertido a gran parte de la humanidad en zombies, hoy denominados “hambrientos”, y los nenes y nenas encarcelados son híbridos de “segunda generación”, nacidos de madres infectadas durante el embarazo. La Dra. Caroline Caldwell (Glenn Close), la jefa de la base, realiza experimentos médicos para crear una vacuna y así un día llega el turno de Melanie, quien es salvada por Justineau de ser diseccionada pero un ataque de los hambrientos deriva en la muerte de Selkirk y de casi todo el personal del lugar. La chica, Caldwell, Justineau y dos militares, el Sargento Eddie Parks (Paddy Considine) y el soldado Gallagher (Fisayo Akinade), parten hacia Londres para poder comunicarse con Beacon, una base más grande. El realizador Colm McCarthy, de vasta experiencia televisiva, mantiene la tensión en todo momento y jamás descuida el desarrollo dramático de la historia y sus interrogantes -a diferencia de la mayoría de sus colegas contemporáneos- porque pone sus fichas en la dirección de actores; consiguiendo de este modo trabajos exquisitos de Arterton (la brújula ética del relato), Close (aquí de regreso a los roles tenebrosos aunque con corazón), el siempre eficaz Considine (figura infaltable del cine inglés) y hasta de la revelación Nanua (hoy debutando en el terreno de los largometrajes y dotando de una sensibilidad fascinante a Melanie). Los ambientes urbanos desérticos, los diálogos sinceros entre los personajes e innovaciones como el “gel bloqueador” para no ser detectados y la presencia de zombies apagados/ vegetando son algunos de los muchos detalles admirables que nos regala el film. Por supuesto que en Melanie: Apocalipsis Zombi asimismo entra en juego esa habilidad de los británicos para introducir chispazos de humor negro no tanto en el fluir de la trama sino en su sustrato general y en el desenlace propiamente dicho, en consonancia con la riqueza de los cuentos morales y su denuncia de la hipocresía y los peligros que suelen anidar en coyunturas brutales. El opus de McCarthy es un prodigio de intensidad y talento que reivindica la capacidad de adaptación de los niños y señala su cosificación en manos del Estado, las barrabasadas que se hacen en nombre de la ciencia y la aceptación facilista de la crueldad por parte de los humanos cuando suena cualquier alarma que modifique su estilo de vida. Una vez más caer en el canibalismo explícito termina siendo mejor que seguir en su vertiente implícita, esa que practicamos todos los días en nuestra sociedad demacrada…
Historias de zombies nos llegan todos los días, meses y años, en oleadas de diferente calidad. ¿Qué hace que The Girl with All the Gifts se destaque por sobre la media? Es, en buena medida, la precisión con la que la esta se va desarrollando, pero la verdadera razón se encuentra en la protagonista que titula a la película en los países latinoamericanos. Personalmente, adoro todo proyecto que comienza y tiene al espectador en vilo. Desde el primer minuto se sigue la rutina de Melanie -asombroso debut de Sennia Nanua-, una adorable jovencita que esconde unas fotografías de gatos para, acto seguido, ver invadida su celda por unos temerosos soldados que la aseguran a una silla de ruedas. La ruda dedicación que tienen contrasta de manera severa con la radiante predisposición que esboza la pequeña prisionera, y pronto descubrimos que no es la única. Un salón repleto de chicos vestidos de naranja y atados a sus sillas concurre al dictado de la clase más extraña de todas, a cargo de la adorable señorita Justineau (Gemma Arterton). ¿Qué demonios ocurre en este búnker? Hay muchos interrogantes, pero no tardarán en ser contestados. La primera media hora establece este nuevo orden mundial a su ritmo. Hay hordas de no-muertos llamados Hambrientos -veloces y voraces al estilo británico de la plaga que impuso la excelente 28 Days Later-, que han diezmado a la sociedad que conocemos. Hay un virus, la cepa de un hongo, que los ha transformado, pero la nueva generación ha retenido de alguna manera su humanidad. Melanie y sus compañeros apenas pueden contener su hambre de carne humana, pero son mentes brillantes, estrictamente vigilados bajo el régimen de la fría doctora Caldwell (Glenn Close). La frágil estabilidad del campamento se ve truncada por el enésimo ataque zombie y un pequeño grupo logra escapar por los pelos, quedando a la deriva e iniciando una truculenta travesía por su supervivencia. A muchos les resultará familiar este concepto, a medio camino entre el muerto vivo humanizado de George A. Romero’s Day of the Dead y el reciente y aclamado videojuego The Last of Us. Pero las comparaciones se acaban ahí, porque el film elige jugar sus fichas de otra manera. Sí, se que suena trillado, pero un par de detalles son claves para marcar la diferencia. Su guionista, M.R. Carey, escribió el guión coincidentemente con la escritura de la novela -es la primera vez que escucho una cosa similar-, donde trata tópicos como la eterna disyuntiva entre lo que nos hace humanos y lo que nos convierte en monstruos, los lazos afectivos mas no sanguíneos que se crean entre personas, la guerra sin cuartel entre naturaleza versus crianza, todo con un mundo apocalíptico de fondo. A veces la historia cae en recovecos simplistas y obvios, como los mitos griegos que comparten maestra y alumna que tienen un impacto en el mensaje final, pero en la escala general de las cosas plantea temas interesantes y absorbentes que no tienen un final resolutivo, como el experimento del gato de Schrödinger que le enseña Caldwell a Melanie para probar su avanzado raciocinio. La dirección de Colm McCarthy, encargado mayormente de productos televisivos británicos -hasta dirigió un episodio de Sherlock y el próximo piloto de la serie Krypton– sigue puntillosamente el guión para proponer un debate ético, pero al mismo tiempo deleita con una buena película de zombies. Hay momentos sangrientos, escapes a pura tensión y, vamos, tiene a la nominada al Oscar Glenn Close matando criaturas no muertas. ¿Qué otro director se puede jactar de conseguir eso? Gemma Arterton tiene grandes momentos junto a la otra como el polo opuesto de su personaje, una maestra sensible que protege a Melanie a toda costa y aporta el costado vulnerable. Pero definitivamente la dueña de The Girl… es Sennia Nanua con su apabullante interpretación de la niña, una pequeña que no conoce otro mundo más que este oscuro presente que le toca vivir y lo encara con sentida curiosidad y un temple que a muchos de los soldados que la rodean les gustaría tener. Todo comienza y termina en ella, e incluso cuando el guión la empuja a lugares y decisiones muy oscuras, no quita que sea un debut por demás promisorio. Y si le agregamos a todo el conjunto las melancólicas melodías del compositor Cristobal Tapia de Veer tenemos un combo ganador. The Girl with All the Gifts se metió de lleno en un subgénero totalmente gastado, y aún así le encontró un par de arrugas al traje tan usado de los muertos para construir un relato coherente, violento y emotivo, todo al unísono. Asusta, enternece, desespera y da esperanzas al mismo tiempo. Es un cóctel preparado y listo para ser arrojado hacia la platea incauta.
Cuando uno no esperaba nada de los zombies, llega esta película donde hay la infección de rigor, los pocos sobrevivientes de rigor, el peligro de rigor y algo más: una niña que tiene la infección zombi pero también voluntad, inteligencia y sentimientos. Una esperanza en medio de la desolación. El film se ocupa de que el terror sea emocional más que físico. Una sorpresa notable en la cartelera.
De zombies, pero diferente de lo habitual y con sentimiento "Esta es una película de zombies diferente. Para empezar, muestra un mundo postapocalíptico en una base militar donde una maestra educa a un grupo de niños en medio de dispositivos más aptos para Hannibal Lecter que para la escuela primaria. Pronto se descubre que lo que pasa es que el mundo está cayendo en manos de hordas de zombies, pero los chicos de este extraño colegio si bien tienen comportamiento propio de los zombies caníbales, conservan capacidades humanas. Mientras los muertos vivientes se apoderan de la base, unos pocos adultos, junto a las más inteligente de estos chicos, Melanie, tratan de salvar sus vidas en un viaje hacia zonas cada vez más urbanas. Hay muchos momentos de suspenso y terror, pero también ideas que parecen provenir de clásicos literarios de ciencia ficción. La película está muy bien filmada, con una Glenn Close imperdible, y más curiosamente ofrece un aspecto tierno del que este tipo de films carece siempre.
Una nueva distinta película de zombies. Sí, es un poco confusa la oración anterior, pero creo que es la mejor forma de definir este film. Es una película nueva de zombies entre tanto Walking Dead y alguna que otra película de este género (cabe destacar Train To Busan). Este nuevo film también viene con una “vuelta de tuerca” sobre el género, como lo han intentado hacer anteriormente otras películas, y Melanie….Melanie da media vuelta de tuerca. El apocalipsis zombie llegó y la humanidad que sobrevivió está reclusa buscando la cura, pero como sabemos tiene que haber una tragedia y así ser una película interesante. Tiene buenas actuaciones, la banda sonora se hacía notar cuando aparecía pero no molestaba. Tiene un buen comienzo la película introduciendo la historia, luego pasamos a las escenas de acción las cuales están bien. Los que van en busca de gore, lo tendrán. Pero la película comienza a decaer cuando los personajes empiezan a deambular por London, y llega a una meseta de la cual intenta salir, pero nos muestra escenas que crecen en tensión en vano, ya que la resolución es simplista y no sucede nada, solo la tensión generada por la banda sonora y los cambio de cámara. Hablando de cámara el manejo de esta en las escenas de zombies, sobre todo en la primera me pareció muy buena. Algunos diálogos son bastante malos, y por momentos dan risa algunas actitudes de los “hambrientos” (nombre para los zombies) y algunas decisiones tomadas de forma estúpida por algunos personajes, pero en realidad es el guionista buscando un salvavidas. Mientras veía esta película vino a mi mente una excelente serie, también inglesa, sobre zombies: “In The Flesh” es una serie muuuuy recomendable. Mi recomendación: Es interesante la vuelta de tuerca que le quieren dar al género, pero se queda ahí. Es pasable para verla en casa.
TODOS LOS DONES ¿Otra de zombies? Sí, pero también mucho más que eso. Mientras los zombies en TV continúan estancados en el mismo ciclo narrativo, el cine ha encontrado formas de revitalizar el género. Desde el ¿romance? de Mi novio es un zombie (“Warm Bodies”, 2013) hasta la acción claustrofóbica de Tren a Busan (“Train to Busan”, 2016), queda claro que hay alternativas al momento de contar una historia en un mundo plagado por no-muertos. En ese contexto llega (tarde) Melanie: Apocalipsis zombie (“The girl with all the gifts”, 2016), la adaptación de Colm McCarthy de la novela de 2014 de Mike Carey (también encargado del guión). La niña dueña de todos los dones es Melanie (Sennia Nanua), una “hungry” de segunda generación. Esto significa que Melanie no se infectó directamente con el hongo que amenaza con terminar con la vida como la conocemos, sino que contrajo el virus en el vientre materno y por eso conserva la inteligencia y capacidad emocional humana – aunque haya salido a mordida limpia del cuerpo de su madre. Melanie y todos los niños como ella son la clave para encontrar una cura. O por lo menos de eso está convencida la Doctora Caroline Caldwell (Glenn Close), la científica principal del búnker militar donde van a convertirse en ratas de laboratorio estos hungries 2.0. Close da en la tecla con un personaje que se muestra inmutable ante la necesidad de sacrificar niños (no niños zombies, sino niños con emociones) para salvar a la humanidad, alejándose de la caricatura de “científico frío sociópata”. Las decisiones y las motivaciones de Caldwell están basadas en la lógica y en la búsqueda del bien común. Del otro lado del espectro se encuentra la señorita Justineau (Gemma Arterton), la psicóloga/maestra del grupo de niños, que es la única en la base que crea empatía con los “especímenes” y se preocupa por su bienestar. Justineau es la brújula moral de la historia, la única dispuesta a aceptar a Melanie y los suyos como lo que parecen ser en realidad: el siguiente eslabón de la cadena evolutiva. El trío principal de adultos lo completa el Sargento Parks (Paddy Considine), el líder de la base y el más desconfiado de los niños. Parks tiene razones para mostrarse arisco: esta nueva generación de hungries es funcional, pero no perdió el ansia por carne viva. La única forma de mantenerlos a raya, más allá de la restricciones (de ahí la máscara a-la-Hannibal Lecter), es utilizando un gel que bloquea el irresistible aroma humano. El gel también funciona para los infectados de primera generación, que tienen sus propias particularidades. Mientras que en “modo caza” son ágiles como los de 28 Días Después (“28 Days Later”, 2002), cuando no están estimulados entran en una suerte de “modo ahorro de energía” en lugar de estar caminando sin rumbo – una invitación al sigilo y a situaciones de tensión extrema. Como se ve en los trailers, no pasa mucho antes que la base militar sea arrasada por una horda de infectados y el pequeño grupo de sobrevivientes se vea obligado a movilizarse a Londres, donde esperan encontrar algo más que desolación. Melanie: Apocalipsis zombie se convierte entonces en una road movie de terror con todos los elementos propios del género que no reniega de sus influencias (el cine de Boyle, las referencias a Romero, y hasta un poco de The Last of Us en esta Inglaterra que la naturaleza a reclamado nuevamente). Sin embargo, la decisión de contar la historia desde el punto de vista de Melanie convierte la película en una extraña y atractiva mezcla de trascendencia generacional, supervivencia y terror. Mientras que los humanos buscan recuperar su lugar en el mundo, Melanie intenta encontrar el propio. Más allá de la fotografía y musicalización, que aportan mucho a la ambientación y la sensación de un mundo abandonado pero vivido y realista, la película funciona tan bien por responsabilidad del elenco. Close combina determinación con fragilidad de manera impecable, Arterton es puro corazón y Considine es un perfecto militar en conflicto consigo mismo. Sin embargo todos los aplausos se los lleva la debutante Sennia Nanua, que conjuga la inocencia y curiosidad infantil propia de una niña de su edad con la supervivencia primitiva que su naturaleza y el contexto le piden. Nanua es una joya que se carga la película en los momentos más extremos sin pestañear. Melanie: Apocalipsis zombie es una historia de personajes, su desarrollo y su aceptación del inevitable nuevo orden. Con un presupuesto limitado Colm McCarthy saca lo mejor de un gran elenco para darle forma a un relato alejado de la acción convencional del género y enfocado en el dilema moral que representa la llegada de estos “zombies con conciencia”.
DIRECTOR FLOJO VS NIÑOS BRILLANTES Existían muchas expectativas por este film de zombies/infectados basado en la novela de Mike Carey -guionista aquí- que parece sólo una decente continuación de Exterminio de Danny Boyle. En Melanie: apocalipsis zombi se cuenta cómo un grupo de soldados trata con violencia a niños atados a sillas de ruedas dentro de una base militar. Niños que también son usados como ratas de laboratorio. El guión juega a confundir al espectador poniéndose del lado del más débil y cuestionando el accionar de los adultos. Preparando por cierto una sorpresa durante el desarrollo de la trama. Y esta premisa inicial es la más acertada. Porque poco a poco se va mostrando que afuera de ese pequeño ecosistema militar, la humanidad está al borde del abismo por un virus que gana hordas de muertos vivientes. Melanie: apocalipsis zombi cuenta con un reparto sólido con Gemma Aterton, Glenn Close -bastante deslucida actoralmente y con una carrera rumbo a la decadencia- y el prestigioso Paddy Considine. Sin embargo, todos ellos quedan opacados por el protagónico de la niña Sennia Nanua. La naturalidad y frescura sorprende en su inocente pero maduro rol. Aquí es una pequeña demasiado intelectual con un origen mutante sólo respetada por su profesora -Aterton-, pero necesitada por las circunstancias y el resto de los uniformados como “la última esperanza” de la humanidad. Si la película contiene todo este efectista y agobiante relato de encierro, luego da paso a un cambio de locación externa. Y es aquí en su segunda parte donde cae en lo trillado del subgénero zombie, fuera de toda propuesta original que venía prometiendo inicialmente. Es decir, que toda complejidad y descripción de perfil psicológico de los personajes con las diferentes capacidades de liderazgo y rivalidad en convivencia entre niño/adulto y adultos mismos, se va al tacho. Toda la acción y ritmo logrado más el factor metafórico que se sumaba de manera natural en este relato con gotas de ciencia ficción, se convierten en varios puntos de fuga. Hasta la fuerza de la pequeña protagonista es desaprovechada a comparación del boom en historias corales con menores al estilo It de Muschetti o la tremenda bomba de fantasía Stranger things. Y esto se debe al desgaste mismo de un subgénero fílmico demasiado explotado que debe ser dejado en paz o respetarlo con propuestas acertadas. No decimos que Melanie: apocalipsis zombie esté mal, pero podría haberse arriesgado en salirse de los convencionalismos existentes y seguros.