La mirada impávida
Hay dos largos travellings que definen Mensajero, este documental observacional del realizador Martín Solá: el primero recoge el testimonio vivo de una procesión en el camino de la Puna y va de derecha a izquierda descubriendo a cada paso ininterrumpido los cuerpos que marchan en fila detrás de la figura de la virgen que encabeza la procesión. Este traveling en movimiento recoge en la profundidad de campo y en el fondo un paisaje desolador que por contraste con la esperanza de la fe sintetiza de alguna forma una idea conceptual, que hace a los hombres dentro del imponente universo de la naturaleza; a lo nimio por sobre lo deslumbrante cuando se trata de pensar el vitalismo sin la presencia humana en un paisaje que deja atónito a cualquiera que lo atraviese con una mirada lúcida como la de Solá.
El segundo travelling se realiza desde el vagón de un tren, donde la cámara fija en la ventana descubre el camino que pasa por detrás y va de izquierda a derecha contrariamente al anterior. Camino de búsqueda de Rodrigo, personaje de Mensajero, quien abandona su rol de transmitir en el pueblo los mensajes para buscar suerte en el trabajo golondrina de las salinas.
Otra esperanza que se revela en un escenario de desolación como el del desértico norte argentino en locaciones de Salta y Jujuy a las que Solá llegó con una cámara para descubrir aquello que el polvo y el viento ocultan con su presencia; que a veces parece tapar absolutamente todo y otras remover las voluntades de aquellos que funden sus cuerpos con el paisaje y se entregan a la naturaleza desde su aspecto más hostil y crudo.
La estética de Mensajero tiene la virtud de la fotografía con un excelente tratamiento de la imagen blanco y negro y los planos fijos como base para crear atmósferas hipnóticas donde sobran las palabras y abundan los silencios.
Ya desde Caja cerrada, presentada en el Bafici 2008, Martín Solá ensayaba una mirada muy personal y despojada de todo esteticismo para retratar de primera mano los oficios y a aquellos que los llevan a cabo dejando un protagonismo absoluto al testimonio más que a sus inquietudes formales. Mensajero es la muestra palpable que se puede observar un paisaje interior muy rico y profundo sin dejarse atrapar por el paisajismo y la grandilocuencia.