¿Por qué el cine con aspiraciones de conexión con el gran público era mucho mejor hace medio siglo que ahora? En esa pregunta hay una generalización, y también la habrá en esta posible respuesta: porque hace medio siglo -y más, y un poco menos también- ese cine no se preocupaba tanto por apelar al mínimo común denominador y solía ser más osado, con mayor vuelo: se permitía alguna sutileza, alguna posibilidad de que el espectador no tuviera todo de frente, masticado, digerido y eyectado hacia su rostro con exceso de claridad. Incluso hasta se permitía alguna oscuridad emocional, algo por fuera del plástico plano y sanitizado que, cada vez más, nos llega en formato de "cine convencional". Ads by Esta comedia dramática francesa, en la que una mamá de tres sufre ante la inminente partida hacia Canadá de la única hija que aún vive con ella es de esas que mezclan un poco de Sex and the City y meten varios flashbacks especulares y obvios, de esas que no se salen de los formatos ya gastados: música machacona, diálogos y guiños "cancheros" y pretendidamente sofisticados. Mi niña también conecta, seguramente de forma inconsciente, con El nido vacío, de Daniel Burman, y Vivir con alegría, de Palito Ortega, con Luis Sandrini. Esas dos películas eran más complejas y menos frontales que Mi niña, un film en el que fluyen los personajes, sus diálogos y sus nimios conflictos. El problema es que esos términos están abollados por la chatura autoimpuesta.
Una mujer caradura, manejadora, cargosa, se hace querible cuando la vemos afligirse ante la próxima partida de su hija menor (y digna heredera), que por un tiempo le dejará el nido definitivamente vacío. Ese es el tema de esta comedia bien francesa, breve y sentimental, que empieza de forma acelerada, con música y diálogos a volumen inútilmente alto, y termina con un fondo de canciones melosas (¿por qué en inglés?). Destacables, su parte de ternura, los recuerdos de infancia y particularmente unos interesantes momentos de silencio. Por ejemplo, cuando la nena le dice a la madre, con la mayor naturalidad, que se va a dormir con un chico que trajo de visita, y la madre los ve meterse al dormitorio y queda sola, callada y perpleja. Dicho sea de paso, gran triunfo de la directora Liza Azuelos, hacer que Sandra Kiberlain se quede callada en una comedia que la tiene de protagonista.
Mara está bien. Rondando los 25, es ordenada, trabaja, todavía no encontró el amor, avanza en su carrera, está bien plantada. Sí, Mara está bien. Pero esa determinación -un tanto endeble pero determinación al fin- puede que esté disminuida por la energía que le insume su relación con Jo, su amiga desde niña. Incapaz de mantener un trabajo, de sostener una pareja, Jo da por sentado que sus habituales crisis tendrán siempre el sostén de Mara, que corre a asistirla ante cada colapso, amoroso, laboral o existencial. No, Jo no está bien. El relato registra la relación entre Mara y Jo -extraordinario trabajo de Tallie Medel y Norma Kuhling- durante una década, con un camino ya recorrido, en donde ambas buscan su espacio en Nueva York. Mara como asistente en jardines de infantes en busca de un puesto de maestra efectivo y Jo como una brillante trabajadora social, tan precarizada como su amiga pero además, decididamente inconstante e irresponsable. Con una pocas locaciones, el director y crítico de cine Dan Sallitt arma una puesta intimista en donde se suceden estallidos emocionales, la normalidad de las chicas en su vida diaria, bares, drogas, parejas, intentos de suicidios, padres preocupados, maternidad, divorcio y la casi certeza de los problemas mentales de Jo, que definitivamente afecta a ambas. Catorce podría dialogar con el cine de John Cassavetes, pero en realidad está más cerca del también crítico y realizador Eric Rohmer, en donde los personajes van desandando su camino con los espectadores, para alcanzar una reflexión final sobre su accionar. En ese sentido, el arco dramático del relato va dejando postas sobre la amistad entre las protagonistas, el origen de la relación y un posible motivo que disparó la inestabilidad de la brillante, hermosa y caótica Jo. Y también del papel de sostén que asume Mara casi hasta el final, cuando su propia vida se impone sobre el deber de cuidar a su volcánica amiga. Presente en la sección Autores en el Festival de Mar del Plata del año pasado, la exhibición por streaming de Catorce es la oportunidad de acercarse a una muy buena película del actual cine independiente estadounidense. CATORCE Fourteen. Estados Unidos, 2019. Dirección, guion y edición: Dan Sallitt. Intérpretes: Tallie Medel, Norma Kuhling, Evan Davis, Willy McGee, Scott Friend y C. Mason Wells. Fotografía: Chris Messina. Duración: 94 minutos.
Heloise es la madre de tres hijos. Jade, su “hija pequeña”, acaba de cumplir dieciocho años y pronto abandonará su hogar materno para continuar sus estudios en Canadá. A medida que se acerca la partida de Jade, el estrés de Heloise aumenta y recuerda sus momentos compartidos con ella. A pesar de tener varios momentos de genuina humanidad, la película pierde demasiado tiempo en pasar por todos los lugares comunes del cine francés contemporáneo. La relación madre e hija podrá llegar a conmover, pero esas emociones no son suficientes para poder establecer un vínculo con el espectador. Algo de sentido común irreverente, también al estilo francés, completa el cuadro de esta película sin muchos defectos pero tampoco con demasiadas virtudes.
Sobre el síndrome del nido vacío y otras desventuras emocionales Que es difícil soltar y dejar crecer a los hijos es algo que ya se sabe. Pero como es una experiencia muy personal e intransferible, puedo centrarme y contar al respecto de Mi niña (Mon Bebé), la película dirigida por Liza Azuelos y protagonizada por Sandrine Kiberlain, a quien pudimos ver en Enamorado de mi mujer (Amoureux de ma femme, 2018) y Sin dejar huellas (Fleuve noir, 2018), cuyo estreno tiene lugar a través de las plataformas iTunes y Google Play. Se trata de una comedia dramática con ligeros toques de profundidad, con puntos emocionales inteligentes y que se reserva buenos golpes de crítica para con la sociedad, la historia y todo aquello que nos ha formado y establecido como humanidad en este mundo raro y a veces tortuoso, en teoría “moderno”. Y es que Héloïse trata de sobrellevar el hecho de ser madre divorciada y disfrutar de su persona, de su individualidad, del sexo sin que ese cartel, sin que esa mirada externa, le pese. Y es que no debería hacerlo y sería lo natural, pero ya conocemos la sociedad en que vivimos; la autocrítica siempre queda ahí, a medio camino, y se desbanda en una doble moral bastante repulsiva. La película es un tobogán de emociones y va y viene a través de los flashbacks en que podemos ver a Héloïse junto a sus hijos pequeños y cómo ella les va enseñando el mundo en el que vivirán como adultos. Pero sobre todo hace foco en la relación con la protagonista y Jade (Thaïs Alessandrin), su hija menor, con quien tiene el vínculo más fuerte. Kimberlain le aporta a su personaje una calidez y una cercanía que el espectador seguramente agradecerá. Y es que el contexto que enmarca su vida y la de sus hijos (incluidos los dos restantes, también el hijo con el que no tiene la misma relación que con la pequeña a la que alude el título) no es fácil pero su gracia física la convierten en un personaje con el que es sencillo empatizar. Y el recorrido de su vida en la que ha logrado, al menos, algunas de las cosas que ha deseado para sí y para sus hijos, produce sentimientos que nos hacen sentir cercanos a ella en más de un aspecto. Para cerrar, podemos recomendar Mi niña como una buena muestra de la vida que nos toca, y si no es en carne propia, a través de los ojos de quienes están cerca, o alrededor, y parece que nos olvidamos de ello. Es una excelente película sobre el nido vacío y el vínculo fuerte entre una madre y su hija menor, con muy buena dirección y actuaciones.
Héloïse (interpretada por Sandrine Kiberlain) es una mujer divorciada, con tres hijos, Jade (Thaïs Alessandrin), Théo (Victor Belmondo) y Lola (Camille Claris). Sus hijos mayores ya abandonaron el hogar que compartían con su madre para poder progresar con su vida adulta, mientras que quien convive con Héloïse es Jade, la hija más pequeña, la cual se encuentra atravesando su último año de secundario. Sin embargo, Jade es aceptada en una Universidad de Canadá, por lo tanto, apenas termine el colegio, la chica deberá dejar su casa y así su madre quedará sola. La mujer no tendrá más la compañía de su pequeña hija con la cual vive complicidades a lo largo del film y para no perder estos divertidos momentos, la protagonista decide filmar los últimos días de convivencia con Jade, aunque se dará cuenta de que las grabaciones no serán lo más imprescindible para mantener los recuerdos. Lisa Azuelos produce, dirige y escribe el guion de este film que nos trae la difícil situación que debe afrontar la protagonista ante la retirada de sus hijos de su hogar. Esta sensación de nido vacío que padece Héloïse a lo largo de la película se combina con los instantes humorísticos que decide implementar la mujer para sobrellevar de una mejor manera los hechos. Es interesante destacar que no se muestra a la protagonista inmersa en una gran tristeza constante, sino que se la presenta como una mujer independiente que, además de ocuparse de sus hijos, se encarga de un restaurante, planea salidas con sus amigas, citas, entre otras acciones. La buena actuación de Sandrine Kiberlain es importante para el desarrollo de la historia debido a que ella forma parte de la mayoría de las escenas de la cinta. Con respecto a la manera elegida para narrar los hechos, los mismos se conectan unos a otros con un montaje que los une de una manera lineal, aunque se ven interrumpidos por flashbacks, algunos de ellos que constan de breves instantes, otros un poco más extensos, para contar experiencias pasadas de la familia. Los más atrayentes resultan los más reducidos, debido a que una imagen, una manera de actuar o un momento transportan a Héloïse al pasado, ese mismo presente ya había sucedido un tiempo atrás en el cual sus hijos eran pequeños. Son estos recuerdos los que reafirman el paso del tiempo, lo distinta que es su vida ahora y lo mucho que extrañará la presencia de sus tres hijos unidos en su casa. En resumen, «Mi niña» es otra buena opción para visualizar de forma online en esta cuarentena. En este caso, el público quien más lo disfrutará es aquel que se encuentre sobrellevando una situación similar para visualizar las acertadas reflexiones que expone la película. Sin embargo, también la recomendamos a aquellos que quieran ver un film agradable y cómico, con buenas actuaciones y una historia que, aunque fue desarrollada en otras oportunidades en variados films, logra atrapar y entretener al espectador.
“Mi Niña” de Lisa Azuelos. Crítica. Maternidad moderna y el nido vacio. Bruno Calabrese Disponible en las plataformas iTunes y Google Play a partir del 28 de mayo a las 00:00, se estrena la última película de la directora de “LOL” y “Dalila”. Por Bruno Calabrese. Héloise (Sandrine Kiberlain) recibe la noticia que Jade (Thaiss Alessandrin), la hija más pequeña de sus tres hijos, está por partir a Canadá para estudiar la licenciatura. La joven es la única que queda viviendo con ella, se encuentra en el último año de secundario y debe dar un examen crucial para poder viajar. Pero la madre comienza a sentir su partida, a notar el paso del tiempo y los cambios exteriores que se dieron en el paso a la adultez de la joven. Durante los últimos momentos de Jade antes de partir, en ese proceso hacia un paso fundamental en su vida, la chica se enamorará, sale de fiesta con sus amigos y descuida la escuela para divertirse sin control. La película retrata la dificultad que una madre siente cuando los hijos crecen y comienza a aparecer el famoso síndrome del nido vacío. Muchas películas han tocado el tema, pero en esta ocasión no se trata de una madre conservadora. Heloise intenta comprender un mundo moderno en el que las relaciones amorosas pueden florecer de una aplicación, pueden ser abiertas. Es una madre que usa Tinder, está interesada en tener citas o encuentros sexuales porque es consciente de que la edad o maternidad no es un impedimento y no le incomoda que su hija duerma en la misma habitación con su novio. Esa modernidad es una de las claves por la cual la relación entre Jade y Helroise goza de absoluta confianza. Pero la directora también profundiza en elementos secundarios que le dan fuerza al retrato de una relación idílica entre madre e hija. Para eso utiliza pequeños flashbacks, donde la madre recuerda momentos de la infancia con sus hijos que reflejan su crecimiento y las dificultades de criarlos en soledad. “Mi Niña” es una romántica mirada sobre el dolor que sienten las madres cuando ven a sus hijos partir. A pesar de caer en clichés y de algunas dramatizaciones exageradas, no se vuelve repetitiva gracias a Sandrine Kiberlain, que aporta su carisma habitual para reflejar con total naturalidad una mirada interesante sobre la maternidad moderna. Puntaje: 70/100.
Lisa Azuelos construye un entrañable relato sobre la maternidad, el síndrome del nido vacío, la fuerza creadora de la mujer, y mucho más a partir de la historia de Heloïse (la siempre efectiva Sandrine Kiberlain) una madre que se ve afligida por la partida de su hija más pequeña a Canadá. Entre flashbacks e irregularidades e imperfecciones, Azuelos avanza con una narración sólida en un film que entretiene y reflexiona.
Habiendo formado parte el año pasado de la selección de films del Tour de Cine Francés (Segunda Edición) llega ahora por iniciativa de BF Paris a Video On Demand, la novena propuesta de la directora Lisa Azuelos, hija de la gran Marie Laforet, sobre la transición del proceso de una madre joven aún y moderna en sus concepciones de vida, quien debe lidiar con la partida de su hija a Canadá para iniciar sus estudios universitarios. Mon Bébé, tal el título del film, cuenta con la presencia protagónica de la magnética, divertida, versátil y sensual Sandrine Kiberlain y de la hija de la directora en la vida real Thais Alessandrin, quien interpreta a la estudiante, las que logran un perfecto y acabado vínculo amoroso, divertido y cómplice de madre e hija. Si bien la temática del síndrome del nido vacío (los dos hijos anteriores de la protagonista ya partieron del hogar materno) fue tratada reiteradas veces en el cine, no es menos cierto que esta reversión fresca y novedosa de este tipo de situaciones coloca a este opus en una plataforma de apreciable entretenimiento. Narrada con significativos flashbacks respecto de numerosas alternativas de vida de esta familia, la ternura predomina en casi todas ellas, logrando la directora hacer primar, más allá de los cambios conductuales y sociales de estas últimas décadas, la invariabilidad de las emociones más primarias de sus personajes. La dirección actoral es otro de los puntales de Mon Bébé quienes transitan con comodidad por fiestas, exámenes, despedidas, traiciones, pérdidas significativas y romances. Una interesante propuesta para ver. POR QUE SI: » Fresca y novedosa «
En esta comedia dramática, emprendemos junto a los protagonistas un viaje hacia una nueva etapa en la que madre e hija darán un enorme paso, apoyándose entre sí. Mi niña (2019), Heloise (Sandrine Kiberlain), es madre de tres hijos. Jade (Thaïs Alessandrin), su hija menor, acaba de cumplir dieciocho años y pronto abandonará el nido para continuar sus estudios en Canadá. La partida de Jade se acerca y con el estrés que esto representa, Héloïse recuerda los momentos compartidos, los de una tierna relación madre-hija y de manera desesperada, atesora vivencias con su celular. Ella quiere disfrutar con ansias estos últimos instantes, olvidándose de vivir el presente, la alegría y la complicidad que existen entre ellas. Lisa Azuelos dirige y escribe Mi niña (Mon bébé, 2019), tocando un tema recurrente en su filmografía: la relaciones familiares y en especial madre-hija (LOL (Laughing Out Loud), 2008) en sus momentos más difíciles, en este caso el pasar de la adolescencia a la adultez y en paralelo, el soltar a la hija menor. Como es tradición en este género francés, se hace hincapié en las actuaciones y las sutilezas que pueda captar la cámara a través de una dirección cuidada y prolija, generando una "atmósfera teatral". Con respecto al guion, este utiliza de manera efectiva y desde el comienzo el recurso permanente del flashback, logrando una conexión afectiva e inmediata con el espectador. En definitiva, sin ser una película de exagerado presupuesto y a pesar de ser una historia que se desarrolla en el seno un una familia de clase media parisina, universaliza su mensaje porque lo que le sucede a esta familia, le pasa a muchas alrededor del globo, por ese motivo funciona y logra empatizar con el espectador, destacándose la interpretación de Sandrine Kiberlain (En buenas manos, 2018).
Mi niña ganó en el Festival Internacional de Films de Comedia L’Alpe d'Huez 2019 en las categorías de Mejor Actriz (Sandrine Kiberlain) y Mejor Película. Y se estrenó en Google Play e iTunes. Héloise es madre de tres hijos. Jade, su “hija pequeña”, acaba de cumplir dieciocho años y pronto abandonará el nido para continuar sus estudios en Canadá. A medida que se acerca la fecha de su partida, el estrés de Héloise aumenta y recuerda sus momentos compartidos con ella. Mi niña es una “Dramedy” francesa en la que se retrata con cruda honestidad las sensaciones vividas por una madre luego de enterarse de que su hija menor ha decidido continuar sus estudios en otro país. Pueda que no sea una temática “original”, pero su directora, Lisa Azuelos, consigue darnos una versión más íntima de ese cliché y eso (nos) abrirá la puerta a muchas emociones. Sostenida por una gran actuación protagónica de Sandrine Kiberlain y un guion sólido, también a cargo de su directora, esta película acierta en su tono naturalista, ya que Mi niña es de esos films que te hacen ver al cine como espejo de la vida y viceversa; pero pueda que fracase al disponer del resto del elenco para que sólo cumpla la función de estar al servicio de sus protagonistas en la trama. Su punto de vista es claro y está apoyado en la fragilidad de la mirada de una madre como registro constante de una mente necesitada de recuerdos, consigue hacernos conscientes de que cada plano del tiempo presente del film conforma, también desesperadamente, parte de lo que aún no se ha ido pero sabemos que la protagonista va a perder o extrañar. Acá no sólo se habla de cómo una madre se va a sentir cuando su última hija se vaya a vivir a Canadá por una licenciatura, sino que hay un enorme subtexto cargado de pasado que pide a gritos ser escuchado, hay todo un desarrollo de vida atado socialmente al mandato de que una madre debe vivir para sus hijxs, hay una enorme ausencia de un padre (la cual no sorprende pero nadie cuestiona), hay una madre bien presente que, aunque demuestre lo contrario, se boicotea inconscientemente como mujer porque la construcción cultural y social así lo confiere, hay un enorme mensaje feminista sobre la vida que nadie mira, pero que todes conocemos… y es acá donde descubrimos que detrás de esos días felices que oscilan entre el presente del film y algunos flashbacks, el drama es quien domina la escena y nos interpela como hijxs, padres y madres. Mi niña es una “dramedy” francesa que muestra honestamente los sentimientos que atraviesa una madre ante la decisión de su hija menor de estudiar fuera del país. A pesar de no ser tan “original” en el tema, hay rupturas de clichés que permiten, además, al espectador, emocionarse.
La típica película de un grupo familiar que parece vivir fuera del mundo del problemas y se centra especialmente en la relación de una madre moderna, dueña de un restoran, separada, cuando su hija menor, la única que vive aún con ella, se va a Toronto para sus estudios universitarios. Gente de buen pasar, madre más compinche de su hija, que en su verdadero rol, tiene amigas y se divierte con conquistas amorosas. Sin embargo ser madre fue lo más importante y está a punto de perder su vinculo con la niña del título, su “bebe” en el original. Cada situación remite al parto, los primeros años, el embelesamiento por esa nena que nunca la abandona. Y es lo más fresco de la película. Los conflictos quedan afuera, los hijos mayores reprochan el favoritismo de la menor, pero sin muchos rencores. En ese sentido el film entretiene con situaciones bien resueltas, livianitas o directas a la lágrima, con una idea estereotipada de la perfección, en una relación que siempre tiene sus conflictos. Romanticona, simplificadora y emotiva. En esas aguas Sandrine Kiberlain se mueve con soltura y mucho encanto. La directora y guionista Lisa Azuelos logra ritmo y sus objetivos de entretenimiento.