Saltando al tren de otro
No es que la vida en pareja que llevan Cornelia (Naomi Watts) y Josh (Ben Stiller) sea una maravilla, pero la llevan. Ya en sus cuarentas, todavía no tienen hijos mientras sus matrimonios amigos sí los tienen. Las reuniones entre amigos giran siempre sobre los mismos temas y la rutina los aliena poco a poco. Hasta que un día conocen a la pareja formada por Jamie (Adam Driver) y Darby (Amanda Seyfried), son jóvenes -andan por los 25 años-, reniegan del uso abusivo de la tecnología, escuchan discos de vinilo, ven películas en VHS y, especialmente, admiran el trabajo de Josh como documentalista, oficio en el que Jamie también desea destacarse.
No pasa mucho tiempo para que suceda lo obvio, que la pareja de cuarentones pretendan adoptar algo del estilo de los más péndex, alejándose así de su círculo de amigos "adultos". El planteo del director funciona bien durante la primera mitad del filme, ya que es interesante ver a quienes se les pasó el tren tratar de subirse a otro, sin darse cuenta que no es el que les toca.
Tratar de jugar partidos que ya pasaron, que no los jugaron a su debido tiempo, da como resultado algo inevitable, que también tiene sus consecuencias. Sin embargo el relato toma esta idea solo como base para acabar hablando de la ambición y la obtención de un logro a costa de lo que sea.
Entre tanta cosa a mitad de camino Ben Stiller hace lo suyo, con sobriedad, como es su costumbre, bien acompañado por la siempre eficaz y atractiva Naomi Watts. Adam Driver compone a su hipster a tono con el ritmo del relato, con una sensibilidad impostada que logra evitar lo grotesco y en consonancia con la labor de sus compañeros de elenco; el equilibrio es bueno y en ese sentido, Amanda Seyfried completa el cuadro con una buena performance.