Ni tan graciosa ni tan seria; la salvan sus buenos actores
La crisis de la mediana edad atrapa a Ben Stiller en esta comedia dramática que no es demasiado cómica ni tampoco demasiado interesante en sus aspectos serios.|
Stiller y Naomi Watts interpretan a una pareja de documentalistas neoyorquinos que podrían haber salido de algún film de Woody Allen. No tienen hijos y tampoco un presente demasiado prestigioso en lo artístico, y cuando la crisis aparece y está a punto de superarlos, se asombran con una pareja joven (Adam Driver y Amanda Seyfried) que los atrae profesionalmente con un interés sin precedentes. Los protagonistas adoptan un comportamiento algo absesivo al maravillarse con cada pequeño detalle de la vida de sus nuevos sujetos de estudio, que tienen una vida con puntos originales como no preocuparse por las redes sociales y otras cosas que, si se lo piensa bien, no resultarían tan extraordinarias.
Obviamente, las cosas no van a ser tan fáciles ni van a terminar tan bien, dado que el personaje de Stiller se sentirá traicionado cuando su joven modelo decida hacer su propio documental.
El director Noah Bambauch, conocido por guiones de Wes Anderson como "La vida acuática" y films propios como "Frances Ha", se queda un poco en el medio de distintos estilos, con escenas cómicas que perfectamente podrían pertenecer a una típica comedia hollywoodense de Ben Stiller, y otras que podrían ser de un auténtico film serio que intente analizar la crisis de la mediana edad. El elenco ayuda a que la película se vea con interés, a pesar de ciertas sobreactuaciones de Stiller quizá dominado por la neurosis de su personaje. Hay un actor de reparto que sobresale en un personaje antipático, Charles Grodin, convertido casi en el verdadero némesis creativo del protagonista.