El director estadounidense Noah Baumbach vuelve a trabajar con Ben Stiller luego de la comedia dramática Greenberg (de 2010), pero esta vez en una película mucho más convencional y accesible, que toca temas universales que abarcan varias generaciones.
Con Stiller al frente y en las manos de otro director, esta comedia tranquilamente podría haber caído en los lugares comunes llena de chistes zarpados a los que tanto nos acostumbró el actor en los últimos años. Por suerte la película no cae por completo en esos momentos. Los tiene en pequeñas dosis y podría haber ido mucho más lejos, pero en cambio Baumbach opta restringir ese aspecto y volcarse por la comedia más adulta de verdades y situaciones honestas, dejándose llevar por los temas más profundos que encuentra en la entretenida Mientras Somos Jóvenes. (A lo mejor la propia crisis de mediana edad de Stiller lo está llevando por este tipo de cine un poco más maduro. Bien para nosotros).
En la historia, una pareja de unos 45 años de edad y sin hijos empieza a entablar una relación de amistad con otra pareja, pero de unos veintipico. Y ambas, de alguna manera, en un principio se complementan: los personajes de Ben Stiller y Naomi Watts ve en la otra, interpretada por el actor en ascenso Adam Driver y Amanda Seyfried, parte de su pasado y comienzan a dejarse llevar por ese espíritu joven aventurero que creen perdido. La otra, ve en la pareja adulta algo de prestigio y admiración por el trabajo de Stiller.
La película hace un muy buen trabajo en mostrar las diferencias de estas dos generaciones, y es particularmente interesante porque habla de la actualidad con una mirada muy afilada sobre los detalles de la vida cotidiana a medida que vamos creciendo. ¿Qué cosas perdemos, qué cosas ganamos? ¿Se pueden recuperar?
Mientras Josh (Stiller) usa un iPhone con una cubierta que tiene la ilustración de un viejo cassette de música, Jamie (Driver) usa cassettes de verdad y también escucha vinilos. Josh apreta botones y botones para ver una película, y Jamie tiene una pila de VHS para elegir. Uno se deja llevar por la tecnología (aunque muy por dentro quizá no quiera), el otro parece preferir evitarla. Este juego de miradas y posiciones sobre el pasado, la nostalgia, la juventud y hasta la paternidad, son algunos de los temas que Mientras Somos Jóvenes muestra con impecable sinceridad: la película llega en un momento justo y funciona porque es relevante a los tiempos en que vivimos. Y hasta se da el lujo de incorporar también preguntas sobre la creatividad y qué significa hacer arte hoy en día.
Algunas decisiones son algo exageradas y caen en el chiste fácil (el personaje de Naomi Watts bailando hip-hop), y una revelación del final que parece sacada de un manual de “finales típicos” que, si bien sirve para generar conflicto y para que la película fije sus propias posiciones, rebaja un poco el nivel de la comedia. Sin embargo, todo eso queda atrás y hasta puede llegar a perdonarse una vez que los últimos minutos y, en especial la toma final, devuelven el foco sobre la premisa inicial.
Es interesante también pensar en cómo esta película será vista por las diferentes generaciones, cada una de ellas seguramente verá la película con otros ojos las realidades de estos personajes. Algunos se sentirán identificados con la vida suelta del joven hipster, otros con la pareja estable en busca de una familia. A lo mejor encontrarán puntos en común con pequeñas cosas de ambos.
Y aunque uno no se sienta parte de ninguno de esos dos mundos, es innegable que de las preguntas que se hacen ellos, alguna versión de las mismas en algún momento siempre llegan. Incluso capaz lo hagan en nuestra vida diaria y sin darnos cuenta. Así como el stand-up suele examinar esos detalles de lo cotidiano, Noah Baumbach hace lo propio para hacernos pensar y reflexionar, aunque sea por una hora y media, sobre el lugar que ocupamos en nuestra vida.