¡Qué pareja(s)!
Ben Stiller, neurótico o descabellado, siempre paga. Y aquí el humor es inteligente, incisivo y farsesco.
Renovarse es salud, dicen, y eso correría a cualquier edad. El director Noah Bambauch anda por los 45, como los personajes que encarnan Ben Stiller y Naomi Watts -Josh y Cornelia-, y Jamie (Adam Driver: fans de Star Wars, estén atentos) y Darby (Amanda Seyfried), por los 25. Un encuentro casual hace que nazca una amistad entre las parejas. Y Cornelia acompaña a su nueva amiga a clases de hip hop, y él va a bicicletear por Nueva York, artritis mediante, y hasta a cambiar su look y comprarse un sombrero con Jamie.
Como que se enganchan y empiezan a copiarse de ellos. O “les gustaría ser” como ellos. Y parece que la atracción es mutua.
De a poco, Josh y Cornelia comienzan a alejarse de un matrimonio amigo, de su edad, que acaba de tener un bebé (ellos decidieron dejar de buscar luego de algunos inconvenientes). Y lo que parece una nueva amistad perfecta, que hasta podría reconectar a la pareja de los 40 con la energía que, ella siente, se perdió en el camino, está lejos de serlo. Tiene sus complicaciones y hacia allí se encamina, en sus 25 minutos finales, donde Bambauch apela más a la farsa que a la ironía.
Bambauch (director de Historias de familia, Margot y la boda, guionista de Wes Anderson en más de una oportunidad) siempre supo poner el ojo sobre sus personajes, y con esa capacidad de observación, diseccionarlos desde actitudes o diálogos. O hasta miradas.
El filme trata sobre el narcisismo y la generosidad, sobre seguir o no las convenciones sociales -más allá de ver VHS o escuchar vinilos, y compartir una ceremonia con ayahuasca-, pero también sobre el temor a ser estafado o pasado como alambre caído. Josh es un documentalista indeciso, que hace años no termina un filme que anda por las 6 horas y media, y Jamie parece, con su despreocupación y desprejuicio, comenzar a apoderarse de Jamie. Josh se siente como tironeado entre ser el (falso) mentor de Jamie, que demostraba admiración por su trabajo, y estar bajo la sombra de su suegro (gran regreso de Charles Grodin), algo así como el maestro del cinéma vérité.
El tiempo perdido quizá no se recupere jamás, pero esta comedia neurótica, con el humor corporal que Stiller tan bien sabe ejecutar, reunido de nuevo con el director de Greenberg (aquí editada en DVD), no es tiempo que se malgasta o desperdicia. Aquí se gana.