El BAFICI suele acostumbrar a algunas experiencias cinéfilas que quedan en su historia, la mayor parte de ellas ligadas a películas de larga extensión. Recuerdo aquel SATANTANGO, de Béla Tarr, que nos ocupó todo un día. Y años después, la involvidable función de prensa de HISTORIAS EXTRAORDINARIAS, de Mariano Llinás.
Con este filme de largo aliente que el chileno Ruiz filmó en Portugal, con producción de Paulo Branco y basado en un novela de Camilo Castelo Branco, pasó algo similar, con un público fiel y abrochado a sus asientos siguiendo esta suma de historias secretas familiares (traiciones, engaños sobre engaños, descubrimientos del pasado que modifican el presente y futuro de los personajes) que se desarrollan partiendo de la saga de un joven “bastardo” de quien se irá conociendo su complicada historia familiar previa, con infinitas ramificaciones (el filme tiene una versión para televisión de seis horas, aquí se vio en una de cuatro horas y media).
misterios-de-lisboa 2Como comentaba el colega y amigo Roger Koza en el intervalo, Ruiz filma en 3D sin necesidad de anteojitos. Su puesta en escena, la forma en la que maneja con maestría cada elemento en el cuadro y cómo la cámara se convierte en un personaje más, es el elemento clave que diferencia esta película de los clásicos relatos de época sobre complicadas sagas familiares. La adaptación de Ruiz de este complejo cuento de cajas chinas (basado en una novela del mítico Camilo Castelo Branco) es bella, oscura, subyugante y atrapante, y se sigue todo el tiempo al borde del éxtasis, en un estado de admiración constante. El cine del futuro lo hace un hombre de 70 años con más de cien películas en su haber.