Al ritmo de la samba
Moacir (2011) es el tercer largometraje de Tomás Lipgot luego de Fortalezas (2010) y Ricardo Becher, Recta Final (2010). En esta oportunidad presenta un documental sobre un músico brasilero que reside en Argentina. Decide darle voz a un personaje que tiene mucho para ofrecer al público y que ama la música, pero al cual los infortunios vividos le determinaron un destino desafortunado. Con respeto y con el intento de mostrar a Moacir tal cual es y con sus palabras, Lipgot convierte a su protagonista en un ser querible.
El director realiza un seguimiento a Moacir, músico y compositor brasilero, durante los días que, junto al músico Sergio Pángaro, prepara la grabación de un disco. Esta, según explica Lipgot, era la excusa para realizar el documental, si bien el disco todavía es un proyecto a concretarse. En esos días que Moacir se convierte en protagonista descubrimos a un hombre que no tuvo mucha suerte en la vida: una infancia pobre y con problemas familiares y, luego ya en Argentina, largos años como paciente del Instituto Psiquiátrico Borda. Con testimonios del mismo Moacir se van mezclando las reuniones con Sergio Pángaro para armar las canciones que conformarán el disco y las escenas se llenan de música y alegría brasilera.
Otros personajes también aparecen en este documental musical: amigos de Moacir, la licenciada que lo ayudó con su rehabilitación en el Borda, y músicos que colaboran con el disco. El documental está filmado con mucha simpleza. Se trata de acompañar al músico pero no de invadirlo. Sin embargo es el mismo Moacir el que invita a los realizadores a vivenciar su vida y el que incluso opina y sugiere acerca de la realización del mismo. Con un personaje tan accesible y amistoso Lipgot intenta revivir con él los recuerdos que hablen sobre lo que es hoy pero sobre todo aquellos que lo presentan como un músico de samba que lleva en sus venas la alegría del carnaval.
La cámara registra la vivienda y los lugares cotidianos de Moacir: una pensión y las calles y comercios de Constitución, un barrio que condensa decadencia, pobreza, marginalidad y cuya estética es bastante deprimente. Ese ámbito no le produce extrañeza alguna puesto que su pasado dentro del Borda es descripto por él como un verdadero infierno del cual se siente feliz y orgulloso de haber salido. Su vida es la música y es para lo cual él ha nacido, y esto la película lo deja más que claro cuando Moacir prepara los temas y también cuando los canta.
La realización de este documental focaliza en un músico, en unos de los tantos músicos de Argentina, pero aquellos que no tienen facilidades para darse a conocer. Con este film Lipgot empieza a hacer justicia de esa situación y, con escasos elementos, logra divertir y hasta por momentos conmover, pero esto último casi sin buscarlo y sin ahondar en conflictos que en nada aportarían a la imagen de este músico tan especial.