Tacones Cercanos.
El tercer largometraje del portugués Joao Rodrigues (O Fantasma y Odette), es una de esas películas que requieren de varias horas para procesar y digerir lo visto. La multiplicidad de estímulos y climas que se viven durante esos 130 minutos hacen que uno salga de la sala de cine un tanto shokeado y extraviado por lo presenciado.
Estamos frente a una obra que nos remite a la crudeza casi abyecta de Iñárritú, lo absurdo y tragicómico de Almodóvar y el fuerte componente melodramático de Fassbinder. Durante la mayor parte del tiempo somos testigos del típico realismo europeo pero con altos momentos de un maravilloso onirismo oriental. Esta ensalada de estímulos, es la esencia misma de un film que transmite lo más singular e incierto de la existencia humana, plagada de dualidades y multiplicidades que se confrontan. Vida y muerte, hombre y mujer, padre y madre, hijo y amante, homo y heterosexualidad. Con todos estos modelos convivimos internamente y por más que intentemos reprimir alguno de ellos, siempre salen a la luz sin darnos cuenta.
Tonia es una travesti que resiste a realizarse la intervención quirúrgica de cambio de sexo. A pesar que su amado Rosario se lo pida, con el cual ella se somete a las más aberrantes humillaciones, hay un punto donde pone un límite y es ese mismo, el de transformarse biológicamente en una mujer y ceder el único rasgo de virilidad que supuestamente le quedaba (el órgano genital). El hijo de Tonia, Zé Maria es un joven con conflictos importantes en su identidad sexual, reniega de ella, así como reniega de su padre travesti. Zé Maria demanda un padre pero Tonia quiere ser una madre.
La solución para Tonia en este conflicto, la encuentra con su enamorado Rosario. Adopta una posición maternal en este vínculo amoroso con un joven adicto a la heroína, que le hace las mil y una, pero ella se banca todo heroicamente, cual madre abnegada e incondicional.
Durante el extenso primer tramo del film, nos adentramos en la dolorosa vida de Tonia, desde un realismo por momentos abrumador que no es fácil de sobrellevar para el espectador. Primerísimos planos detalles, encuadres fijos, varias lindas canciones y en general melancólicas que suenan diegéticamente. Rodrígues apela a muchos recursos clisés: personajes marginales, la travesti rubia, cual diva, con su caniche amado, las drag queens competitivas y maliciosas, cierta promiscuidad sexual y teniendo en cuenta que es un film portugués destinado a festivales internacionales, varios cameos de imágenes de Cristiano Ronaldo.
Lo interesante, viene pasada la hora del relato, hay un cambio estético y narrativo que no sólo es un alivio ante tanta crudeza que se venía tornando insoportable, sino también resignifica esa supuesta obviedad estereotipada del comienzo. El viraje de la historia nos sorprende con una maravillosa fotografía de escenarios naturales, el encuentro con dos nuevos personajes riquísimos, quienes nos hacen reír y mucho, después de tantos minutos de tensión. El realismo inquietante inicial le va dando espacio de a poco a mayor simbolismo, culminando con una de las escenas más bellas y adorables que se han visto en la pantalla grande: un plano fijo de varios minutos de duración donde todos se quedan estáticos, la iluminación adquiere una tonalidad rojiza, mientras se escucha una muy pero muy hermosa melodía de Baby Dee.
Los personajes ya no serán los mismos, la historia tampoco, el dolor existencial irá tomando otro rumbo y habrá lugar para nuevas emociones y estados, a pesar de la tragedia inminente. Hasta los trabajos actorales toman otra fuerza, en un primer momento no eran convincentes, cierta dureza de la trama parecía que alienaba a los protagonistas, los cuales se mostraban corporalmente rígidos, pero afortunadamente la cosa cambia y el registro interpretativo transmite verdaderas y nuevas emociones.
Morir como un Hombre, no es una película concorde, tampoco es contradictora, es un reflejo de la vida, donde coexisten un sin fin comportamientos aparentemente opuestos en la superficie pero complementarios en lo más profundo. Un hombre tiene que ser bien macho para calzar esos tacos ¿o no?.