Un ejercicio discutible
Un tono incierto y alguna que otra laguna narrativa son signos que determinan el hecho de dudar sobre si tomarse en serio o no este ejercicio genérico de Verónica Chen. La historia se centra en una joven funcionaria municipal de rasgos orientales que se sumerge poco a poco en la entraña de un grupo mafioso vinculado a la mutación de conejos. Parece al principio, más allá de la fachada genérica, insertar una mirada social sobre la explotación laboral que luego pierde en función de mantener la tensión.
Esta pérdida implica, además, recuperar una mitología urbana que ve a los chinos como gente que molesta, que obtiene permisos de cualquier tipo y nos alimentan con porquerías (de ahí a representarlos como conejos amenazantes hay un paso finito y peligroso). La película funciona por momentos pero incluye animación con un propósito, por lo menos discutible. Se anticipan dosis de esta técnica un poco arbitrariamente hasta la secuencia final; allí se devela el verdadero fin de su inclusión: no jugarse por filmar escenas crudas sin perder de vista el verosímil que proponía el film.
A pesar de la factura técnica destacada (que no es sinónimo de estar bien aprovechada) y la importante producción, los resultados de Mujer conejo son desparejos.