Mundialito, un documental sobre dos gestas
Dos gestas en un mismo año. Ganar la Copa de oro en el Cincuenta Aniversario del Mundial del 30' y decirle NO en el plesbicito a la perpetuaciòn de la dictadura en uruguay.
Una marcha militar con ecos deportivos da inicio al documental de Sebastián Bednarik que indaga un período oscuro, uno más de los que nuestra América latina atravesó durante sus dictaduras militares.
En 1980 y en ocasión de cumplirse los 50 años del Mundial del 30’ que Uruguay ganó para la Historia, surge la idea de organizar un Mundialito que se llamaría Copa de oro.
Así, la dictadura al frente de Aparicio Méndez, proponía un mes después con la venia de la FIFA (en los archivos se puede ver a un sempiterno Havelange y al enquistado Julio Grondona) dar el OK para que el evento se lleve a cabo. Mientras las obras tendientes a dejar en condiciones para recibir a las delegaciones europeas se llevaba a cabo, la dictadura preparaba el plebiscito que de ganar el Si, le daría el plafond suficiente para reformar la Constitución uruguaya y quedarse en el poder de manera indefinida.
Una gran tarea de montaje de Guzmán García permite apreciar los matices en los que se mecen los diferentes actores sociales de ese segmento temporal, presos políticos, exiliados, militares, civiles, deportistas, políticos, etc.
El film da cuenta de cómo se recaudaron los fondos que Uruguay necesitaba y cómo se consiguieron los primero equipos de transmisión de TV Color que serían para afuera y no para el país rioplatense, evidenciando el detalle de la entrada de Berlusconi en el juego de las grandes ligas al adquirir los derechos primero para desembarcar en el TV 5 de Italia y luego en la RAI. Si el lector piensa en monopolios o corporaciones, es mera coincidencia…
Lo que no es coincidencia es que un hecho como el fútbol esté aportando valor agregado a un gobierno de facto que necesitaba como el de Argentina, un hecho de movilización popular que llevara fervor y agradecimiento aunque en las cárceles, los presos se apilaran de a cientos (estos son los que tuvieron suerte de sobrevivir a la tortura y la muerte) y aunque la propaganda del régimen tratara de manera infructuosa de mostrar hacia fuera de sus fronteras una paz de un silencio sepulcral.
El fútbol como bien señala el historiador Gerardo Gaetano, en distintos segmentos del documental es un gran escenario de construcción de mitos en torno a los cuales se fabulan ciertas historias que luego proyectan distintas consecuencias sobre el imaginario de los pueblos.
Durante la hora y diez minutos del film, se pueden contrastar no sólo los testimonios, y regresaré sobre esto, de los actores locales, sino una muy interesante reflexión de Sócrates de la Selección Brasileña de Fútbol que indica que al comprar el periódico y llevarlo a la concentración lo dividía en dos partes, por un lado el suplemento deportivo y por el otro el resto del diario ¿qué cree usted que leían los jugadores? Abogar por una formación política integral es un hecho destacable toda vez que el fútbol mueve no sólo billones de dólares sino también millones de almas.
Decía que el film permite contrastar los testimonios de militares, presos, y hasta del hoy presidente de Uruguay Mujica, que escuchó por radio y de lejos desde su celda de preso, los avatares de la copa. El testimonio tiene un valor fundamental porque desde su origen (testigo) da cuenta de sucesos que suponen un valor de verdad sagrado.
Establecer un paralelo con nuestro mundial es fácil pero no es el motivo de esta nota. Usar de modo peyorativo el término populismo para caracterizar las maniobras de los dictadores argentinos en el 78’ y uruguayos en el 80’ cuando 30 días antes del comienzo del mismo se haría el referéndum por la reforma constitucional es una cita obligada. Demagogia para la perpetración.
Sólo que Uruguay cumple muy bien aquí con sus dos causas, gana el Mundialito y revive la gesta del Maracaná pero antes le dice NO a la dictadura de Méndez y el gol de Victorino que le da el triunfo final es el disparador para que 60 mil gargantas calladas puedan gritar ¡Uruguay, Uruguay! Seguido de “Se va a acabar, se va a acabar la dictadura militar!... el verdadero golazo, los uruguayos lo hicieron antes que Victorino venciera la valla de Brasil, la verdadera gesta, fue el NO. La que levantó la copa, consecuencia de la segunda, es una más pequeña, tanto que los protagonistas no encuentran archivos de ella en la Web, como si hubiera sido invisibilizada, como si también fuera mentira que ese fue el único día que prisioneros políticos y soldados festejaron por lo mismo y como si no siguieran existiendo y actuando en connivencia con macabros poderes actores conocidos por todos que aún manejan los destinos del fútbol en estas latitudes, porque como menciona Víctor Hugo Morales el fútbol es fundante para los pueblos pobres como los nuestros porque con cualquier trapo se puede hacer una pelota y soñar que se es Maradona.
Goles de película, testimonios que desandan tramas de poder y dinero, olvidos de la dictadura, recuerdos del triunfo en un gran trabajo documental que permite pensar qué es el fútbol cuando no hay construcción ciudadana que ayude a pensar cuáles son las reglas de oro de cualquier democracia o la consecución de ella.