A capella
Para comenzar debo decir que desconozco de la filmografía de Chile, por eso toparme con este film se debe puramente al ámbito festivalero, puntualmente al BAFICI del 2011. No fui con demasiada esperanza, tuve fortuna. El film de Fuguet es de una calidad y fluidez notables, como si de una canción folk se tratara, despojada de verbalizar en demasía, solo un hombre con una búsqueda personal.
Alejandro Tazo (Pablo Cerda) viaja a EEUU para seguir a una joven estadounidense con la que se enamoro en su visita a Chile. Se lanza al gran país del norte a continuar con su relación, y de paso, conocer esa tierra prometida. La relación en aquel lugar no será como en su país natal. Ya no habrá lugar para él en la realidad americana de su "novia de verano", entonces avergonzado de volver con la cola entre las patas decide recorrer Estados Unidos tomando como punto de referencia la ciudad de Nashville. Esta ciudad es conocida por ser epicentro de la música Country, entonces él solo con su guitarra y su fanatismo por Johnny Cash intentará encontrar su lugar en un sitio tan ajeno.
Un recorrido en solitario sin dinero ni certezas, una vacación vagabunda. Los momentos más introspectivos del recorrido de Tazo se combinan con toques de humor (muchos de ellos basado en la falta de conocimiento del inglés por arte del chileno) que siempre logran sacarnos una sonrisa. Lo que podría resultar denso funciona por esas pequeñas situaciones graciosas que oxigenan la narración. El aire melancólico producto de la frustración amorosa y del desarraigo elegido se perciben en el film pero el cariño del director hacia su personaje nos equilibra la balanza.
Un film de situaciones absurdas y de momentos triviales donde la desidia en lo ambulatorio es pertinente para la narración, resulta una historia tangible. Sencilla y afinada, logra su cometido, nos subimos a la búsqueda interior de Alejandro Tazo.