BAFICI 2017: películas para celebrar y discutir. Registro presumiblemente documental de la vida de un treintañero cantante de hip-hop que lidia con la crianza de sus tres pequeños hijos, esta ópera prima tiene el aliento del cine de los hermanos Dardenne, aunque su intención testimonial es más lateral y menos explícita. El aspecto ocasionalmente descuidado de los chicos, la luz mortecina de los espacios cerrados, la lluvia exterior y los sonidos de sirenas encaminan el retrato personal-familiar hacia un terreno desangelado, indicador de que las cosas no funcionan demasiado bien en la España actual. Algunos diálogos casuales agregan elementos, con el vínculo padre-hijos en primer plano. “Lo que hacemos es lo que somos, no lo que pensamos que somos”, les dice el joven a sus chicos, cuyas travesuras (e incluso sus llantos) asoman espontáneamente. En algún punto recuerda a Go get some Rosemary (dirigida por Joshua y Benny Safdie, exhibida en el BAFICI siete años atrás), pero lo que se busca aquí es captar instantes de la vida de estas personas y sus sentimientos, a través de la elocuencia de sus miradas. Aunque el premio a Mejor Película pareció excesivo, el film de Orr es un ejercicio atendible que deja un sedimento agridulce.
Fernando G. Varea