Enamorarse no es nada fácil Sin sorpresas, solo apelando a recursos conocidos, el director Pablo Sofovich concreta una comedia efectiva, que entretiene, a la que Patricia Sosa le aporta su gran simpatía, además de sus eficaces cualidades de actriz y cantante. Las mujeres tienen una percepción especial, de la que los hombres carecemos. Y más aún la mayoría de las veces lo negamos. Eso es lo que le sucede a Wally (Patricia Sosa) y Daniel (Federico Olivera), los que se convierten en una pareja que pasará por ciertos altibajos y protagonizará algunas peleas, hasta lograr encontrar la tan ansiada paz. Wally, es editora de libros, cuentista y traductora de ruso y trabaja para distintas empresas. Daniel es el exitoso empresario de una editorial con varios "best sellers" en su haber. Cada uno cruzó la barrera de los cuarenta y en apariencia son tan disímiles, que parece imposible imaginarlos juntos. EL Y ELLA El vive en un velero y ama la aventura. Ella es más de estar en su casa, ver a su madre y luego de su separación no parece creer demasiado en el amor. Por eso mientras escribe un libro en el que cuenta experiencias propias y ajenas sobre los hombres, recibe un llamado que la acerca a Daniel. El la cita en su oficina para que se encargue de darle un formato aceptable a un autor un poco intolerante, conocido como Soifer (Fabián Arenillas), pero muy requerido por los lectores. El trabajo de Wally da sus frutos, todos quedan conformes. Entonces Daniel le propone a Wally ir a comer. Ella acepta y durante la comida ambos descubren que son fanáticos del autor de novelas negras Raymond Chandler, pero resultan opuestos en tantas otras opiniones sobre la vida y la literatura. A medida que avanza el filme, el espectador va descubriendo que Wally y Daniel tienen una muy buena química. Ella es simpática, da lugar a que el otro se instale en su vida y él deja que eso suceda. Pero una confesión del pasado de Daniel hará que la pareja experimente una situación algo dramática, aunque nada grave. UNA CENICIENTA Wally y Daniel se separan y tal vez como en el cuento de Cenicienta se reencuentran en una fiesta y él descubre que ella ha escrito unos textos sobre su vida, que lo describen como nunca nadie lo ha hecho. Esto es a grandes rasgos lo que sucede en esta ágil comedia romántica y dramática, que plantea Pablo Sofovich. Sofovich desde la dirección, le otorga a su filme un formato televisivo, de escenas cortas, a veces algo obvias, que va centrando su historia hacia lo que se quiere contar, lo que sucede con el amor cuando se cruzó la barrera de los treinta años. Sin sorpresas, solo apelando a recursos conocidos, Sofovich concreta una comedia efectiva, que entretiene, a la que Patricia Sosa le aporta su gran simpatía, además de sus eficaces cualidades de actriz y cantante. Mientras que Diego Olivera es el partenaire ideal y convincente de esta historia, con material que bien podría convertirla en una buena serie televisiva.
Ningún amor es perfecto, y menos el de esta película Si no fuera tan empalagosa, si no se escuchara tan seguido la canción del título, ni todos esos comentarios en off estilo FM nocturna para corazones en lista de espera, si no tuviera esas situaciones dramáticas agarradas de los pelos y encima bajo tormenta, ni ese reencuentro como un salvataje en el último minuto, viejo lugar común, ni toda esa multitud de fondos musicales instrumentales y cantados, en fin, si no tuviera todo eso que hace que los maridos miren el reloj o la puerta de salida, esta comedia romántica no cumpliría con su público específico. Así es la cosa, y hay que aceptarla. Que pudo ser mejor, es cierto. Que acompañar a la mujer al cine para verla es una gran muestra de cariño y paciencia, también. Como que no todas las mujeres reconocerán públicamente su beneplácito por las situaciones y los caracteres que allí se exponen, ni por el pasatiempo elegido. En fin, ¿qué van a decir? Con sinceridad, que Patricia Sosa está envidiable de tan joven y linda, lo mismo que el resto del elenco femenino incluyendo a doña María Rosa Fugazot (a fin de cuentas esto es una comedia romántica), todos los espacios son bonitos, Diego Olivera luce como un elegante y accesible objeto de deseo, etc., y que todos sonríen. Seguramente, esa fue la intención. Director, Pablo Sofovich («El favor»). Guionista y productora asociada, la joven profesora Patricia Agejas. Textos en off, Martín Greco, recitados por Carlos Secilio. Uno de los textos: «Una mujer tiene palabra. Y si dijo no, es no. No tengo qué ponerme». Vestuarista, Florencia Cegatti. Fotografía, Javier Arroyo, directora de arte Claudia Vianni. Figura a destacar, Fabián Arenillas en el papel de escritor pedante pero lúcido. Cameo de Dalmiro Sáenz, música y canciones de Patricia Sosa y Daniel Vilá. Amigo, deje que su mujer vaya sola.
Una historia de amor de lenguaje televisivo, con filosofía de vuelo bajo y situaciones obvias. Con los protagónicos de Patricia Sosa y Diego Olivera. Apenas pasable.
Con los lugares comunes Cerca del final de Ningún amor es perfecto , Wally (Patricia Sosa), licenciada en letras, correctora, traductora y escritora, que vive un romance complicado con Daniel (Diego Olivera), editor literario, escribe: “No, esto no; suena cursi”. Su texto, columna vertebral de la película, convertido en una voz en off masculina que narra en tercera persona, tiene más reparos que el filme mismo, que recae -por momentos- en la cursilería. Claro, no es tan grave: hablamos de una comedia romántica. Con casi todos los lugares comunes del género. También, con muchos de sus defectos: esa voz en off, que se va tornando casi aforística; la música, intrusiva, para realzar climas; algunos flashbacks fallidos; la obviedad; el psicologismo y la falta de verosimilitud, sobre todo en torno del personaje de Diego, que vive en un velero con el que sueña dar la vuelta al mundo. Sosa y Olivera hacen, dignamente, lo que pueden, con un guión que no colabora demasiado. Fabián Arenillas, en el papel de un escritor exitoso, pedante y afectado, carga con los intentos cómicos del filme. Su personaje, satíricamente estereotipado, tiene un aire a ciertas composiciones de Gabriel Goity. No está mal, aunque parece salido de otra película. Con dirección de Pablo Sofovich y guión de Patricia Agejas (es claro que el punto de vista del filme es femenino, por eso, no se entiende el porqué de la voz en off masculina), Ningún... se centra en los devaneos de Wally. Divorciada, madura, ella duda entre volver a creer o no en el amor. Se encontrará con un hombre más conflictuado de lo que ella imaginaba y, por supuesto, con muchos dilemas. María Rosa Fugazot interpreta a la madre de Wally, una viuda que está de vuelta de todo, otro de los personajes que le aportan una módica comicidad al filme. Marta Mediavilla, hija de Sosa en la vida real, hace de la hija de la protagonista: aunque ella está en pareja estable, también tiene conflictos sentimentales. Silvana Bosco encarna a la mejor amiga de Wally. Ambientada en un mundillo literario, con algún giro que pretende borrar los límites entre realidad y ficción, Ningún... se vuelve cada vez más edulcorada y obvia. En una secuencia cercana al final aparece Dalmiro Sáenz: apenas un cameo. El resto se queda, apenas, en las buenas intenciones.
En general, Rodrigo es el que se encarga de las comedias románticas, accidentalmente me tocó esta vez reemplazarlo y ver “Ningún amor es perfecto”, film de Pablo Sofovich estrenado el jueves pasado. A ver, desde “Guelcom” para acá, no veía este tipo de propuestas (hubo, si, lo se), y lo primero que me nace decir es que más allá de los desniveles que sentí en ella, es un producto aceptable. El guión de Patricia Agejas nos instala, fundamentalmente, en la conflictuada Wally (Patricia Sosa)… Una editora, cuentista y traductora de ruso (!) que accidentalmente en un trabajo conoce a Daniel (Federico Olivera), y de quien se enamora, una vez que la tarea está resuelta y cenan juntos por primera vez. Claro, el tema es que la protagonista no cree en el amor. Mira con desconfianza la posibilidad de volver a creer en él, y el personaje masculino, tampoco está muy convencido al principio. Lo cierto es que la historia presentada propone una reflexión simpática sobre el amor después de los 30 y pico, donde la cuestión se comienza a complicar. Nadie después de un fracaso cree ciegamente y Sofovich muestra claro que sucede dentro de la cabecita de Wally con acierto. Podemos sí, decir que es demasiado simple la estructuración de sus diálogos y que el encuadre cuasi televisivo le quita intensidad dramática. Por lo demás, Sosa y Olivera tienen más química de la que uno supondría y hacen su parte con corrección, los secundarios son divertidos (principalmente María Rosa Fugazot jugando a la madre que la tiene más que clara), quizás el mayor problema del film sea su previsibilidad y falta de brillo en el conflicto que plantea. Algunos encuadres, ciertos problemas de consistencia narrativa (que se evidencian con los recursos con los que se subrayan momentos cruciales en el film), y esa voz en off discutible, no ayudan a que en el balance general sea todo auspicioso. Más alla de eso, siempre es bueno que la industria local se enfoque en desarrollar este tipo de productos. A hacer romcoms, se aprende haciendo muchas romcoms, con seguridad. Un poquito por debajo del aprobado, pero con valor por el intento.