Una película de miedo, inspirada en una producción televisiva de los años setenta
El terror puede llegar desde los lugares más inesperados, y con él la calma se transformará en pesadilla. Esto es lo que les ocurre a Alex, a su novia y a Sally, hija de aquél, una niña tímida y retraída que, alejada de su madre, se traslada con ambos a una mansión del siglo XIX que está en proceso de restauración.
Desde el momento en que los tres se instalan en el gran caserón, Sally explora los lugares más escondidos del tétrico edificio y descubre un sótano oculto cerrado desde la extraña desaparición del constructor de la mansión, un siglo atrás. Sin quererlo, la muchacha liberará a unas diabólicas criaturas que tratarán de arrastrarla a las profundidades de la casa.
Sally trata de convencer a su padre y a Kim de que las sombras y los aullidos que la acechan no son invento suyo, y así se iniciará una pesadillesca aventura en la que unos seres horribles, pequeños y carnívoros comenzarán a adueñarse de los habitantes de la casa.
El guión del film, inspirado en una producción televisiva de 1973, tuvo en el mexicano Guillermo del Toro a uno de sus productores, que aquí volvió a demostrar su pasión por ese género. Para ello convocó al director Troy Nixey, también experto en este tipo de relatos.
El elenco tuvo en Guy Pearce, recordado por su excelente trabajo en Memento , a un sincero padre que trata de comprender a su aterrada hija, en tanto que Katie Homes supo componer a esa mujer que intentará amparar a Sally, papel que Bailee Madison dotó de la necesaria dosis de timidez.
Dentro de este género ya convertido en un clásico dentro de la pantalla norteamericana, No le temas a la oscuridad puede ocupar cómodamente un puesto de privilegio por sus indudables aciertos en el clima, en el elenco y en los impecables rubros técnicos.