Esta es la remake del clásico televisivo Don`t Be Afraid of the Dark (1973), que fuera dirigido en su momento por el padre de la serie The Outer Limits, John Newland. El filme representaba otro ícono de calidad en cuanto a la producción televisiva de horror de la decada del 70, la cual generaría su cuota de perlitas memorables gracias a otros títulos como Kolchak, El Cazador Nocturno y Sombras Tenebrosas (siendo estos últimos productos, frutos del talento de Dan Curtis).
Por supuesto hablamos de una época pasada, en donde a los guionistas de turno se les pagaba un sueldo para que crearan cosas originales, no como los vagos de ahora que prefieren reciclar todo y condimentarlo con mejores efectos especiales. A su vez la versión 2011 de Don`t Be Afraid of the Dark es una clara señal de que a los productores se les han quemado las neuronas y, una vez agotadas las re-versiones de franquicias famosas, han comenzado a remakear (si dicho verbo existe) cualquier cosa que ocupe un minimo lugar en la memoria del público. No se sorprendan si en algún momento vemos la nueva versión de Mac y Yo (1988), o Manos, the Hands of Fate (1966).
Al menos esta gente ha tenido la decencia de traer a Guillermo del Toro - Hellboy, El Laberinto de Pan - como productor. Ello establece una cuota mínima de calidad aunque, luego de ver el resultado, desconfío de si del Toro era la mejor elección para este proyecto. Como sea, el tema es que la versión 2011 de No le Temas a la Oscuridad es pulcra y garantiza un par de buenos sustos, pero no llega ni por asomo al nivel de efectividad del original, debido a algunas pifias creativas que - según el caso - pueden llegar a ser importantes.
El primer problema con la nueva versión es el usual de la mayoría de las remakes, y es que una idea modesta termina siendo sobreproducida. Es lo mismo que pasaba con la versión 1999 de The Haunting frente al formidable clásico que representaba el original de 1963; mientras que el filme de Robert Wise era creativo, minimalista y opresivo, el engendro mutante de Jan de Bont ocurría en medio de una parafernalia de efectos especiales y con una casa iluminada como un estadio de futbol. Siempre menos es más, pero en Hollywood, si una película no cuesta menos de 100 millones de dolares, no es una película - aún cuando filmen a un tipo disparando un monólogo cómico sentado en un banquito -. Acá Troy Nixey traslada la acción a una casona grande como un castillo y llena de vitrales, y el grueso del efecto de "casa embrujada" se pierde por falta de ambientes claustrofóbicos o mal iluminados.
El cambio siguiente, sin embargo, es bastante efectivo, y es transformar a la figura central de relato en una niña. Acá trajeron a la pequeña Bailee Madison - que era una de las mejores cosas que tenía la comedia de Adam Sandler Just Go With It - y la plantaron en el centro del escenario... y la niña se lo banca de sobra. Lamentablemente su personaje es el único escrito como la gente, ya que el resto de los adultos están pintados como autistas - para colmo Katie Holmes y Guy Pearce parecen dos bulímicos recargados de maquillaje, lo que me lleva a cuestionar si eso se trataba de un efecto buscado por el director -. Como todas las buenos historias de terror, lo que ocurre siempre puede explicarse en términos sicológicos - la niña alucina sobre la existencia de las criaturas, simplemente porque tiene una relación traumática con sus padres divorciados -, pero esa sutileza es demolida a los 5 minutos, ya que el director insiste en mostrar a los gnomos. Oh, sí, los bichos están bien diseñados, pero exhibirlos a cada rato mata todo intento de crear tensión.
Si los monstruos se ven demasiado, el 90% de los personajes está escrito de manera burda y la casa está demasiado iluminada, el otro problema grave de No le Temas a la Oscuridad 2011 es que el maldito guionista de la remake insiste en meter alguna explicación sobre el origen de los bichos, y ahí es donde el filme queda en dos ruedas bordeando el precipicio - desde que son las versiones mutantes de las hadas de los dientes hasta que el Papa Sebastián II tuvo que hacer un pacto con ellos (wtf???) -. A veces es mejor dejar las cosas en la nebulosa, y que el horror no tenga una causa cientifica o racional.
Con lo cual lo que uno termina viendo es una parva de decisiones artísticas que terminan siendo discutibles. Una cosa que me sorprendió de No le Temas a la Oscuridad 2011 es que no se siente como un filme de horror sino como una fantasía oscura al estilo de las que del Toro suele despacharse - ¿hadas de los dientes malvadas? ¿lo qué? ¿salieron de Hellboy II? -. Todo esto diluye la efectividad de la película, dejándolo a uno con la sensación que todo esto se trata de una oportunidad desperdiciada. Todo el horror intrínseco de la idea - que algo nos acecha en la oscuridad, queriendo lastimarnos y raptarnos - queda sepultado bajo una parafernalia de cosas superfluas o mediocremente desarrolladas, y el resultado final queda reducido a la quinta parte de efectividad e impacto que tenía el original.