Atrapados sin salida
Remake de un elogiado telefilm que la cadena ABC emitió en 1973, esta película del debutante (aunque con atecedentes en el TV) Troy Nixon tiene como principal carta de presentación a su coguionista y coproductor Guillermo del Toro, cineasta mexicano que se ha convertido en un exitoso sello, una marca de alcance internacional. Sin embargo, el resultado final de No le temas a la oscuridad es infinitamente menos interesante que cualquier trabajo del creador de la saga de Hellboy.
El film -que se estrena en la Argentina de manera simultánea con los Estados Unidos- tiene un prólogo ambientado en el pasado que remite a las viejas producciones de la casa británica Hammer y luego adscribe a los tópicos de ese subgénero del terror de familia encerrada en una casona embrujada (en este caso aparecen unos espectros demasiado parecidos a los Gremlins).
La protagonista -otro lugar común- es una niña solitaria y conflictuada (Bailee Madison) que va a vivir con su padre (Guy Pierce) y la novia de éste (Katie Holmes) a una mansión del siglo XIX en plena refacción. Ella percibe que hay algo extraño allí, pero los escépticos adultos creen que sólo son "cosas de niños". Lo que sigue es una acumulación de elementos fantasmagóricos y toques sobrenaturales amplificados por efectos de sonido (ruidos en los sótanos, tormentas en el jardín, etc) y visuales.
Si el lector "huele" remedos del j-horror nipón, de La huérfana, de Los otros, de El orfanato y de tantos otros títulos, estará en lo cierto. No hay nada demasiado novedoso, sorprendente o medianamente satisfactorio en esta operación de "reciclaje". Seguiremos esperando, por lo tanto, los próximos proyectos de Del Toro (sobre todo cuando figure como director) para encontrar allí ese talento personale que esta vez escasea bastante.