Hollywood exprimió hasta dejar seco el caso de “matrimonio con pequeños hijos se muda a caserón antiguo y empiezan a pasar cosas raras”. Una verdad de Perogrullo. Otra: en los tiempos que corren asustar es una tarea harto difícil para el cine. Espantarse en una sala de cine es casi algo inaudito. Por todo esto “No le temas a la oscuridad”, la película producida por Guillermo del Toro, a pesar de tener un comienzo a puro terror gótico y a contar con un desarrollo más que aceptable de la intriga, la historia pierde convicción y cae en un pozo que rebalsa de efectos especiales pero que no llegan a meter miedo. El osado final levanta el puntaje de este filme que cuenta la historia de cuando Sally Hurst, una niña retraída, se traslada a Rhode Island para vivir con su padre y su nueva novia, en una mansión del siglo XIX que están reformando.