Pobre general Beresford. En "Cipayos", de Jorge Coscia, los criollos le ganaban a puro 2x4. Y ahora lo enfrentan con un 2-4-4-1 o algo por el estilo. Para colmo se vino con la madre, que es una vieja metida. De todos modos, logra un triunfo fundamental: nos encaja la pasión del fútbol. Al menos así lo cuenta Néstor Montalbano en esta farsa ambientada durante la Invasión Inglesa de 1806, que reúne clásicos deportivos, batallas de la Reconquista, trasfondos de economía y política, crítica de costumbres y enfrentamiento pasional por una mujer. A la cabeza, Gonzalo Heredia, Mike Amigorena, bien caracterizado,Laura Fidalgo, y Diego Capusotto como director técnico bostero.
En este empeño, Montalbano integró empresas locales y uruguayas, rodó acá y en Colonia, hizo brillar a técnicos, vestuarista, utileros, maquilladora, la gente agrupada en los grupos de recreación histórica de Acarhi (Blandengues de Barragán, Corsarios del Plata, etc., al fin vemos buenas peleas en una película argentina), y también integró a centenares de extras, un largo elenco (algunos tipo cameo), el actor y maestro de esgrima Fernando Lúpiz (impecable como Liniers, y dignas de un cuadro las tomas del desembarco y el avance al amanecer) y, para los goles, José Chatruc, Fernando Cavenaghi, Evelina Cabrera, impulsora del fútbol femenino en estas tierras.
Ahora bien, ¿será que Beresford vino con su mamá? ¿Ya existían el fútbol, el croquet y los cuadriláteros? ¿El cabildo también servía de cárcel? ¿Quiénes eran Alzaga y el cura de La Merced? ¿Y el jugador argentino que en pleno partido de 1966 se limpió la mano en un banderín inglés, al que se alude en un gag? ¿Dónde quedaba la chacra de Perdriel? ¿Habrá por allí alguna placa conmemorativa? Maestras y profesores deberían hacerles ver esta película a sus alumnos, para que aprendan divirtiéndose, que es la mejor manera.