Un testimonio valioso (y poco más)
Documental con inclusión de situaciones recreadas por actores, No me mates (2016) hace foco en el qué contar más que en el cómo. Allí radica su máxima debilidad en términos cinematográficos.
El calvario de Corina Fernández se transformó en un emblema y en un fuerte antecedente para la lucha contra el femicidio en nuestro país. La presencia en los medios de casos como éste se hizo cada vez más evidente, lo que posibilitó una reflexión más madura sobre la violencia de género. Aún así, no es fácil desterrar este flagelo social; por el machismo de la sociedad, por los vericuetos judiciales, por el riesgo que corren las víctimas, entre otras causas más.
El realizador Gabriel Árbos se concentra en el femicidio a partir de las vivencias de Fernández, quien padeció el maltrato de su esposo durante 17 años (lo denunció 80 veces). Esas denuncias no impidieron que él le disparara varios tiros; tres impactaron en su cuerpo. Pero ella, afortunadamente, pudo sobrevivir. Su testimonio es el hilo conductor de No me mates, al que se le adhieren varias secuencias que recrean su propia experiencia. Ana Celentano interpreta a la víctima, mientras que Alejo García Pintos encarna al hombre que la maltrató durante tantísimo tiempo.
El problema con este tipo de documentales es que aquello que grafica le pertenece más al ámbito periodístico que al cinematográfico. La apuesta estética consiste en “verter” información más que reelaborarla en función del dispositivo audiovisual específico del cine. Todo se reduce a lo recreativo, a lo exhibitorio, y de esta forma uno siente que el contacto con la temática sería mucho más hondo a través de la lectura, la crónica, la información analizada por especialistas en la materia.
Las secuencias recreadas son una ilustración, llevadas con dignidad por dos buenos actores. Cabe preguntarse en qué medida agregan a aquello que Fernández dice, con todo el sentimiento y la convicción que evidentemente tiene a la hora de ofrecer un testimonio para evitar que su historia se repita. La puesta en escena es elemental, y rememora aquellos episodios de Sin condena, el ciclo con el que Rodolfo Ledo llevó casos criminales famosos a la pantalla de Canal 9.