Una peli simple con un gran trabajo de Sbaraglia
Cuatro estrellas para No te olvides de mí, película argentina que significó un gran debut para Fernanda Ramondo.
La historia es mínima: son los años ’30 y un anarquista recién salido de prisión busca recuperar algunas cosas que él considera suyas, como unos gallos de riña. En este deambular tibiamente delictivo, conoce a dos hermanos que recorren Buenos Aires en busca del padre.
Los elementos bastan para tejer un relato entrañable y dinámico: un hombre maduro que escapa de la ley se junta con un par de huérfanos que reclaman sus orígenes. Todo arriba de un Rastrojero repleto de gallinas.
El mayor logro de Fernanda Ramondo en su ópera prima es crear entre estos personajes lazos que no excedan el sentimentalismo ni el enrosque psicológico. No te olvides de mí es una película simple en un sentido agraciado: goza de espontaneidad y es rústica con orgullo. Los encuadres son tan humildes como elocuentes, y las escenas están trabajadas tanto desde la cámara como desde las actuaciones con una emoción transparente. En esa transparencia la película convence y cautiva. Puestas como la de Sbaraglia cenando huevos cocidos con el chico mientras la hermana duerme al fondo del encuadre es de una belleza sintética que demuestra en Ramondo una poderosa intuición audiovisual.
Como sucede en las mejores road movies, la linealidad del relato favorece a que los personajes vayan sumando capas de complejidad y se retroalimenten. El anarquista interpretado por Sbaraglia se irá cargando de nostalgia tras descubrir el destino de sus compañeros, mientras el hermano menor gana admiración por esta suplencia paterna y la hermana mayor baja las defensas, asumiendo los grises del mundo.
Desde su pequeñez, No te olvides de mí habla sobre el desmoronamiento de un pasado idealizado y la necesidad de reinventar los vínculos familiares en base a un cariño primitivo. Tesis que Fernanda Ramondo ejecuta cinematográficamente con la misma modestia de sus personajes. Un relato que se detiene a contemplar paisajes ora cómicos o melancólicos sin extraviar un rumbo noble.