Como ya lo hemos dicho varias veces, el mundo comercial en el género de la animación está dominado comercialmente por Disney, Pixar (Tambien de Disney), Blue Sky, y Dreamworks, en ese orden podríamos decir, aunque con los Minions, Universal puede tranquilamente pelear ese cuarto puesto. Al tener esta supremacía también se erigen, por carácter transitivo, en dominadores de la estética hacia la cual los chicos se sienten atraídos de manera tal que es bastante difícil competir en el mercado si no se respeta esa tendencia.
Una realidad lamentable pues se supone que justamente el mundo de la animación hace expansiva la imaginación, o al menos debería poder hacerlo, sin miedos para jugar formas, colores, texturas y dimensiones. Así entran entonces los estudios menores que quieren “parecerse” a los de vanguardia. Un escenario así solamente puede discutirse con una herramienta fundamental: el guión. Si una historia no tiene la profundidad de las del estudio de “Toy story” (1995), es inútil forzarla a que lo sea porque se nota. Se ve la hilacha y de alguna manera pierde espontaneidad. “Norm y los invencibles” se inscribe en esta última idea, pero una decisión (tomada desde el principio) la lleva airosa hasta el final: dejar claro que el mensaje será ecológico y aferrarse a ello con uñas y dientes.
En suma, se trata de Norm, un oso polar que toma como misión personal evitar que un inescrupuloso millonario del negocio de bienes raíces tome posesión de los terrenos nórdicos para explotarlos con la construcción de exclusivas casas modernas. Norm sale de su hábitat a la gran ciudad justamente para impedir que esto ocurra. La “cáscara” del cuento será una suerte de aventura, por momentos emparentada con Misión Imposible, y un costado cómico que tendrá a Norm casi involuntariamente metido a hacer un casting para convertirse en el “actor” o la cara visible del proyecto, es decir, inflitrarse para desenmascarar la corrupción.
El personaje estará acompañado por tres (¿topos?) con la impronta de los pingüinos de “Madagascar”(2005), cruzados con los Minions de “Mi villano favorito” (2010), o sea torpes, pero determinados a cumplir su cometido. También habrá algún aliado más por la causa, pero esto ya viene de yapa.
“Norm y los invencibles” sabrá conquistar su público a fuerza de cierta desfachatez, muchos gags, algunos bien elaborados, otros más físicos, pero en definitiva compaginados de manera vertiginosa y efectiva. Aquí no se inventa la pólvora y la película goza de esa autoconciencia como para no desentonar con la idea de la cual hablábamos al principio. En especial por ese mensaje de proteger el hogar y el planeta. Nada de ir a criticar el sistema económico que permite que esto sea posible ¿eh?. Ante todo la corrección política si en definitiva éste estreno no pretende otra cosa que entretener. Por eso. Hasta ahí llega nomás.