Comenzar desde pequeño a enterarse de asuntos de salud o ecología es importante. Norm of the North parece concentrarse en eso más que en cualquier otra cosa.
Frente a un mundo que se globaliza cada vez más es difícil detener el cambio climático. La foto del oso polar desnutrido tomada por Kerstin Langenberger en agosto del año pasado llega hoy como un fantasma de las navidades futuras a avisar que queda poco tiempo de abundancia sin control. Para garantizar que la próxima generación va a tener más conciencia sobre dichos problemas, éstos se presentan lo más pronto posible: Norm of the North cumple hoy con esta función.
Solamente dos osos polares de la comunidad de Norm, en el Ártico, pueden comunicarse con los humanos: él y su abuelo. Cuando encuentra una casa experimental plantada en el medio del hielo y se entera de que el avaro Mr. Greene quiere poblar su hogar, decide viajar a Nueva York y utilizar su habilidad para evitar este potencial desastre.
Norm of the North fue dirigida por Trevor Wall, experimentado en series animadas para niños en televisión, y escrita por los hermanos Altiere y Malcolm T. Goldman. La producción es norteamericana e irlandesa y cuenta con actores como Rob Schneider, Heather Graham y Ken Jeong para las voces.
La principal intención de esta película es concientizar a los más chicos sobre los problemas ecológicos que la sobrepoblación humana causa, sobre todo en el Ártico. Es lastimoso ver que esta tan buena idea esté envuelta en una historia para nada recordable, e incluso mediocre. En una época en la que se dice que ya todas las historias posibles están escritas, Norm of the North opta por la salida más fácil: el camino del héroe. Adoptar un esquema de este tipo sin agregar nada original (salvo un oso polar twerkeando) es condenar al público adulto a dormirse en la sala.
El humor escatológico sumado a los chistes viejos y slapstick forzado (humor físico) son hasta cansadores, y si bien es probable que un niño no vea esto como algo negativo, cualquiera que haya visto un poco de animación notará estos inconvenientes. La intención de agregar un personaje parecido a los Minions (aquí los Lemmings) también deja ver la falta de ideas en el guión.
La animación, por otro lado, será muy buena para un programa de televisión, pero en el cine los estándares son más altos. Parecen cinemáticas de un videojuego de hace 20 años.
El trabajo de doblaje es agradable, aunque la traducción cambia el significado de algunas cosas, jugándole en contra a la propia película.