Lo que el apocalipsis animado nos dejó
La animación es ese territorio donde todo, absolutamente todo, es posible. Por eso es un lugar peligroso: como se puede hacer cualquier cosa, hay que tener el cuidado de, justamente, no hacer cualquier cosa. Número 9 es un buen ejemplo de hallazgos y pérdidas en ese terreno: una buena idea –de hecho, se trata de un corto ampliado al nivel de un largometraje– que utiliza las peripecias para deslumbrar con su aspecto visual, pero que, en el fondo, carecen de una necesidad profunda desde la trama incluso si uno se entusiasma al verlas.
En el cuento, la humanidad ha desaparecido a manos de las máquinas. Sobrevive, además, una especie de muñequitos de arpillera que llevan consigo algo así como el alma, la última reserva de lo humano. Se tratará, pues, de que sobrevivan y algo más, una misión entre física y filosófica. Cada uno de estos muñequitos tiene una personalidad definida y cumple con alguna clase de estereotipo; el film tiene la ventaja de combinar una excelente animación a la hora de transmitir emociones con un preciso trabajo de voces. El aspecto es más bien oscuro y las peripecias tienen algún costado perturbador y para nada infantil, más allá del aspecto de los personajes.
Lo paradójico del film consiste en que los momentos superfluos en el nivel de la trama atraen por su belleza o por lo complejo de su diseño. Literalmente, siempre hay algo para mirar y eso genera cierto encanto. Pero esas imágenes, al retrasar artificialmente el desarrollo del relato, generan admiración plástica esquivando la emoción. Porque no estamos necesariamente detrás de un cuento, es decir de una narración donde los elementos adventicios tomen fuerza y realcen el mundo que muestran, sino de una fábula donde lo que termina contando es la moraleja final. En esos casos, el equilibrio entre el qué se cuenta y el cómo se cuenta es difícil y el film termina cayendo en las garras de lo alegórico.
En algunas secuencias –y especialmente en la manera como cada personaje del film representa un tipo humano bien reconocible– se cae en ese defecto. Sin embargo, la belleza visual y la fuerza de muchas secuencias neutralizan estas taras. Número 9 es, además, una película original donde la animación digital trata de cubrir un territorio nuevo. Ése no es un valor menor y constituye un enorme atractivo.