“Una palabra te embaraza. Una palabra te hace enamorar.” Frases de esta peculiar naturaleza tiene la pelicula original del 2003, de Park Chan-Wook que versiona 10 años después el consagrado Spike Lee (Haz lo correcto, Malcolm X) uno de esos directores-autores cuyos estrenos esperábamos ansiosos en los 90.
Las críticas no acompañan a esta nueva Oldboy, al menos en la Argentina. Puesta en comparación con su predecesora pierde muchos puntos, primero porque el cine coreano tiene sus seguidores acérrimos y después porque la pelicula de Park Chan-Wook ocupa un lugar de culto indiscutible. Hay muchas cosas que se alegan, en general muy básicas, en los comentarios que denostan el film de Lee, por ejemplo lo anodino, lo frío y lo hueco del tratamiento general frente a lo pasional, visceral y poética propuesta de Park Chan-wook.
A mí, este Oldboy me abrió una llave a la película original. Para pensar de qué manera las relaciones entre aquella y su copia, o entre el cine oriental y el cine hollywoodense (que no es lo mismo que occidental), plantean un modo posible de hacer crítica no muy habituada a salir de lo binario bueno-malo; viejo-nuevo o nuevo-agotado.
No creo que esta Oldboy “hollywoodense” sea absolutamente desechable como se postula. Si no se conociera la original, es más, si no se supiera siquiera que hay una original, la pelicula de Spike Lee funcionaría como un thriller aceptable, con una estética de la musculatura masculina, diría, del héroe transformado que comienza a obsesionarse con su cuerpo correspondiente con los años de encierro y gimnasia de televisión para enfrentar a vaya saber qué enemigo. Este Joe Ducet, muy all show de Josh Brolin. sería algo asó como un nuevo Rock, listo para su pelea con el mundo.
En la Oldboy de Park, los 15 años que su protagonista permanece misteriosamente secuestrado responden a algo mucho más misterioso e impenetrable que en la nueva Oldboy, que sugiere más el castigo a una vida de alcohólico abandónico, con muchos tintes moralistas acorde a los nuevos tiempos. Joe Ducet pasa 20 años encerrado en esa habitación con estética de motel, un no-lugar desde donde solo la tv le devuelve algún rasgo histórico: la caída de las torres gemelas, la asunción de Obama, por ejemplo. En ese sentido, la televisión ocupa un lugar central en la manipulación de los deseos, cosa que conecta en algo con La Naranja mecánica de Kubrick y que se explicita más groseramente, diría, en el film de Lee que en la pelicula coreana.
La pelicula actual está claramente dividida en dos partes, es un relato más bien sencillo que no altera ni incomoda más que por sus escenas de violencia, suficientemente esteticistas nunca aberrantes. La pelicula coreana entrelaza el relato de los tiempos pasado-presente, interrumpidos por grandes elipsis que interrogan con fuerza al espectador. En Spike Lee, en cambio, la linea de causas y efectos es ininterrumpida. Nunca hay demasiada duda ni siquiera de los espacios que se recorren.
El otro gran tema de Oldboy es el incesto. En la pelicula de Spike Lee hay una perversión más manifiesta y estilizada incluso en el tratamiento de la puesta en escena, actualizando a su vez el tema al de del abuso familiar padre-hijos, y buscando la justificación de la a posible condena y su correspondientemente castigo. En Park Chan-Wook, el incesto está cruzado por algo más místico y animal que tiene su punto poético culminante en la escena de hipnotismo.
También, recomiendo volver a ver ambos finales para entender cómo en el cine contemporáneo buena parte de lo que pasa, pasa por la enunciación: es decir qué sabe el o los personajes de sus actos, cómo manejan lo que sabe, y cómo el espectador es envuelto en esa suma de saberes. Creo que puestos en disputa, ambos finales pueden ayudar a pensar modelos distintos de confección de puntos de vista filmicos.
En suma, me interesó Oldboy y si la pregunta es “para qué” ver esta remake, respondo: para volver a la anterior y aprender las distancias que hay entre ambas tanto a nivel producción, como narración como construcción material.