En el cine norteamericano siempre está la tentación de la remake, en este caso de una verdadera leyenda de Park Chan Wook basada en un manga, que es una mezcla extraña de lirismo y sadismo. Aquí, Spike Lee lo que logra es una historia tremendamente violenta sobre un hombre despreciable que vive 20 años en una prisión privada y cuando sale cree que puede vengarse. Ni Josh Brolin se salva.