Oldboy: un rompecabezas de obsesión y venganza
Cuando Oldboy se estrenó en 2003, su director, Park Chan-wook se ganó estatus de culto y se llevó el Grand Prix de Cannes por mejor película. El film estaba basado en el manga japonés de Garon Tsuchiya y Nobuaki Minegishi, y fue protagonizado por Choi Min-Sok. Su estreno causó conmoción y sacudió al mundo entero. Con un arte marcial perfectamente coreografiado a lo Akira Kurosawa, y con la incorporación de un suspense hitchcockiano, Park hizo de Oldboy una obra maestra, y se convirtió en el "Tarantino de Oriente", por sus tramas de venganza y el exceso de violencia en sus películas.
Y ahora, más de diez años más tarde, Spike Lee –Inside Man, Malcolm X- decidió rendirle honor al cineasta mediante un remake un tanto innecesario de un clásico inmejorable del cine moderno. Y, como era de esperar, su versión hollywoodense del thriller coreano asombra pero no sorprende; remueve pero no aterra; e invoca sensaciones que los fanáticos de la obra original percibirán como meras imitaciones.
Oldboy cuenta la historia de cómo el ejecutivo publicitario Joe Doucett (Josh Brolin), alcohólico y escoria de la sociedad, es inexplicablemente secuestrado y mantenido en cautiverio durante veinte años en una especie de motel-prisión. Al ser liberado, Doucett debe descubrir quién es el responsable del castigo al que ha sido sometido y entender por qué. Pero su vuelta al mundo real no implica libertad, y su búsqueda implacable lo lleva a enamorarse de una joven trabajadora social (Elizabeth Olsen) que lo ayudará a analizar su pasado para descubrir la verdad.
La nueva versión de Oldboy es un guiño a la original, que, aunque no de la forma más acertada, por momentos hasta llega a generar una nostalgia aletargada, y honra a su predecesora de una manera un tanto forzada. Sin embargo, aunque el film quizás provoque y desafíe a un espectador que no esté familiarizado con la obra de Park, no logrará atrapar del todo al connaisseur de la genialidad coreana.