Tanto para tan poco
Resulta que en el 2003 se estrenó Old boy: cinco días para vengarse, adaptación de un manga y que es la segunda entrega de la Trilogía de la Venganza concebida por Park Chan-wook, luego de Sympathy for Mr. Vengeance (2002) y antes de Sympathy for Lady Vengeance (2005). Ganadora del Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes en el 2004, es recordada por la mayoría del público básicamente por su vuelta de tuerca final y por un memorable plano secuencia donde el protagonista se enfrenta a unos pandilleros en un corredor armado tan sólo con un martillo. Enseguida Hollywood se lanzó de lleno al proyecto de una remake, pero el camino estuvo lejos de ser fácil y lineal: en un momento el film iba a ser dirigido por Steven Spielberg y protagonizado por Will Smith, pero esa posibilidad se cayó. Luego, mientras el desarrollo del guión se iba estirando en demasía, se fueron barajando otros nombres no sólo para el personaje masculino principal, sino también para la protagonista femenina (Rooney Mara, Mia Wasikowska, Lily Collins) y el villano (Christian Bale, Colin Firth, Clive Owen). Finalmente, Spike Lee quedó a cargo de la dirección, con Josh Brolin, Elizabeth Olsen y Sharlto Copley en los papeles principales. La distribuidora de la película en Estados Unidos, FilmDistrict, amagó con hacer una campaña icónica, buscando captar la atención de los potenciales espectadores a través de pósters y tráilers apoyados en el misterio básico, y la vez en extremo potente del relato: ¿por qué alguien secuestraría a un hombre, manteniéndolo luego en cautiverio durante quince años, para después liberarlo también sin razón aparente? Pero claro, ese enigma no podía convertirse en gancho para el público si por otro lado el estudio dudaba de la versión entregada por el director, hasta el punto de decidir reducirla de 140 a 105 minutos. Menos aún si el propio Brolin admitía que prefería el corte del director al del estudio. Y aún menos si a último momento se decidía cambiar la fecha de estreno, programando el lanzamiento para el Día de Acción de Gracias, es decir, el momento menos oportuno posible. Los críticos -necesarios para el éxito de estos films- no fueron precisamente piadosos, por lo que el rotundo fracaso estaba anunciado.
Hay veces que ciertos fracasos son absolutamente injustos: terminan sucediendo porque los estudios no saben cómo vender sus propios productos, avanzan y retroceden numerosas veces en sus decisiones y terminan alertando tanto a la crítica como al público, que en estos casos suelen oler la sangre desde muy lejos. Un caso reciente es El llanero solitario, que tuvo reseñas horribles y un pésimo rendimiento en la taquilla, a pesar de ser una excelente relectura del western. Pero en el caso de Oldboy hay que decir que el fiasco económico y artístico es merecido. Lo es en primera instancia porque su construcción va a contramano de la desestabilización propuesta por el original, que se la pasaba sacudiendo al espectador, para proponer una visión que, a pesar de cierta oscuridad que insinúa, no deja de ser en extremo tranquilizadora y lavada. Si en la versión de Park Chan-wook se utilizaba un romanticismo desaforado y la empatía con los personajes -incluso con el misterioso villano- para obligar al espectador a problematizar su punto de vista, acá se trabaja a partir de un distanciamiento respecto a las acciones cuyo objetivo final es recomponer rápidamente lo que amaga con alterarse. Pero eso, que es ya de por sí cuestionable aunque puede ser llevado a buen puerto -Hollywood ha sabido compensar los quiebres propuestos por otras cinematografías desde tiempos inmemoriales, restableciendo siempre el orden impuesto por el status quo-, acá está concebido de manera torpe y desganada, en piloto automático, avanzando a los tropezones, confiando sólo en el impacto de las vueltas de tuerca.
Pero lo peor es la ausencia (o más bien la presencia de la ausencia) de Spike Lee como realizador. Quizás en esos 35 minutos extras que tenía el corte original estaban las marcas reconocibles del cineasta, pero lo cierto es que en la versión que se conoce en los cines hay poco de ese director polémico, muchas veces sectario, pero también directo y potente en sus posicionamientos políticos a través del cine. Oldboy es un film sin alma, sin un autor detrás que sepa aportar algo nuevo, con un elenco a la deriva -el extremo es Copley, cuyo antagonista es de cartulina- y una historia con un gran potencial que se pierde en la rutina. Demasiado poco para tantas idas y vueltas.