Hace más de 10 años hubo en la televisión una gran serie argentina llamada “Tiempo Final”, cuyo éxito radicaba en que sus episodios contaban en menos de 60 minutos una historia de suspenso, con tintes policiales y a veces con algunos toques de terror.
Había grandes capítulos en aquella producción, algunos incluso dignos de ser desarrollados en otros formatos donde el tiempo y el presupuesto les jugaran más a su favor.
“Omisión” de Marcelo Páez Cubells tranquilamente podría haber encajado en aquel formato televisivo, ya que si bien es una buena historia de suspenso que logra mantener enganchado al espectador hasta su final, por momentos el cine, sus tiempos y los espacios que este tiene que atravesar le quedan muy grandes a esta película.
El guión (que también lleva la firma de Cubells) es sin dudas el punto más interesante de esta propuesta, donde además de presentarnos una serie de personajes bastantes oscuros, de pasado dudoso y con un accionar impredecible, hay una serie de pasajes bastantes perversos y sorprendentes en la trama que son dignos de un buen thriller.
Sin embargo, repito, el problema de “Omisión” es que no logra aprovechar todos los recursos del cine de forma correcta.
Desde una edición bastante floja que utiliza mucho el recurso de fundir en negro la pantalla para saltar de escenarios, una musicalización que por momentos se vuelve repetitiva y monótona (aunque en otros instantes, es una pieza clave a favor del desarrollo del film) y hasta un grupo de actores secundarios que deja mucho que desear, “Omisión” presenta falencias que se notan y los 100 minutos en los que se extiende el film nos las hacen sentir mucho más pesadas aún.
La fotografía de Leandro Martínez en cambio es un punto a su favor, como así también el trío protagónico en el que se apoya la película, compuesto por Gonzalo Heredia, Carlos Belloso y Eleonora Wexler.
Obviamente hay momentos en los que la irregularidad de la película, la falta de ritmo y las idas y vueltas sobre un mismo hilo, les pasa factura a los personajes de estos actores, poniéndolos en situaciones innecesarias y de las cuales no salen tan bien parados.
Por eso digo que si bien la historia de “Omisión” no es mala, sino que al contrario tiene mucho viento a su favor, termina estirándose demasiado dentro del cine, desaprovechando gran parte de las buenas herramientas que éste ofrece y dejando como saldo final una película regular que no aburre y hasta puede recomendarse sin problemas, pero no con gritos de entusiasmo y alegría.
Quizás lo que si pueda festejarse es que, de a poquito, son cada vez más los realizadores que se animan a hacer cine comercial de género en nuestro país, donde existe un amplio público dispuesto a consumir esta clase de productos.
Pero todavía falta, aunque parece que no demasiado, para que alguien termine de acomodar las piezas en las medidas justas y tengamos así los grandes thrillers locales que todos queremos ver y soñamos con alguna vez poder ver.