Quien esté libre de pecado…
Es un drama religioso? ¿Es un thriller psicológico? ¿Es un policial con suspenso? El argentino Marcelo Páez Cubells se metió con una temática compleja para lanzar a las salas su ópera prima, y logró (a mi criterio) un muy buen resultado.
Por razones desconocidas para el espectador, el Padre Santiago Murray (Gonzalo Heredia), regresa a Buenos Aires luego de estar alrededor de 10 años en el exterior. Su presencia agita el barrio, y unos pocos fieles vuelven a ser testigos de sus breves homilías. Todo marcha bastante normal, hasta que un hombre se confiesa con él, y le cuenta que cometerá cuatro asesinatos seguidos. Al principio la ira de Santiago exclama que no lo absolverá de esos pecados, pero rápidamente se da cuenta que tampoco puede hacer nada… El secreto de un sacerdote es como un puente que comienza allí y termina en Dios; sin interferencias. A este joven Padre no le quedará otra que pensar mucho, y rápido, tratando de descifrar si existe manera alguna de evitar esos asesinatos, sin corromper ni su nombre, ni su entrega a la Iglesia de Cristo. Mientras tanto; la cuenta regresiva. El reloj y el calendario corren, y algunas pruebas de que ese misterioso hombre hablaba muy en serio, comienzan a aparecer. Ya no se trata de elegir si actuar o dejar pasar, cuando la ley llama, pero… ¿A qué ley hacerle caso? Así es como lo terrenal y lo divino, se encuentran en un punto sin inflexión aparente. Para agregarle más problemas a este servidor del Señor, la abogada a cargo de los casos es un amor de su juventud.
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La labor estilo ‘Sherlock Holmes’ que tiene Heredia en este nuevo film, se aleja demasiado de cualquiera de sus trabajos anteriores y corresponde a momentos cumbres de la historia, en los que el director alcanzó lo mejor de sí. Completan cartel Eleonora Wexler y Carlos Belloso, como principales exponentes; muy naturales ambos, como es su costumbre.
La película tiene una elaboración sencilla, lo cual hace que lidie con los momentos más dramáticos de una manera bastante natural y realista. El secreto profesional es un ‘problema’ con el que algunas personas trabajan, sin embargo, no suele implicar mucho más que cerrar las persianas de la mente y regresar a casa como si no hubiesen escuchado nada. Ahora, ¿qué pasa cuando ninguna de las opciones que tenés a mano es la correcta? Omitir también es un pecado… EL PECADO DE LA OMISIÓN.
Qué lindo es ser parte de un desarrollo cinematográfico local, en constante crecimiento y poder ver películas con historias que plantean dilemas inteligentes, con actuaciones correctas y un final más que apasionante. Esperemos que el director siga apostando a las producciones de buena calidad y sobre todo a relatos ricos, porque por más efectista que uno pueda ser, o por más cartel que uno pueda armar, sabemos que no hay calidad donde no hay una historia como la gente. Recemos para que este nuevo talento del cine, no omita su necesidad de hacer cine